Histórico

Testimonio de tragedia en Love Parade: "Sobreviví al infierno"

Una estampida humana provocó ayer la muerte de 19 personas y dejó más de 100 heridas en la conocida fiesta tecno en Alemania.

Del cielo al infierno en pocos instantes. De la fiesta al dolor, de la risa al llanto. Lo narra hoy Martin Hahn, rubio, de 27 años, con un ramo de rosas blancas en la mano.

Está de pie en la boca del túnel que el sábado fue una trampa en la que murieron asfixiadas y pisoteadas 19 personas. Se trataba de gente que, como él, quería divertirse y bailar en la megafiesta tecno Love Parade en Duisburgo, la ciudad industrial en el oeste de Alemania que por primera vez albergada el gran evento musical con sus 1,4 millones de participantes.

Hahn tiene los ojos llorosos. "Fui y volví del infierno. No puedo asimilar lo que pasó, la gente pisaba sobre las cabezas de otros. No atinamos a hacer nada", dice frente al vallado policial que impide acercarse al lugar de la tragedia. Se inclina, deposita su ramo de rosas, se queda meditando, recordando.

Junto a él habrá medio centenar de personas. Curiosos, familiares, testigos, vecinos. El túnel tiene una altura de apenas 3,8 metros, y era el acceso al recinto principal de la fiesta.

Fue aquí donde se desató la catástrofe que hasta hoy nadie puede explicar. En una rueda de prensa, bomberos, la policía, los funcionarios municipales, los socorristas, los organizadores hablan y tratan de dar explicaciones, pero nadie atina a decir qué es lo que falló, qué fue lo que pasó.

Hoy, en las inmediaciones del túnel reina la congoja. No están los turistas de lo truculento, los curiosos del sensacionalismo. Una mujer de cierta edad está recostada sobre el muro de una casa vecina. Mira al túnel, llora.

Junto a la última casa, con el número 16 de la calle Karl-Lehr, están depositadas las ofrendas florales de los anónimos. También hay velas encendidas. Y carteles o papeles escritos a mano, la mayoría de ellos con la pregunta "¿por qué?".

Hay algunos de los que llegaron hoy que llevan el pavor en los ojos. "El túnel estaba abarrotado. Demasiado lleno. Estuve a punto de desvanecerme....", narra Maja Jakov, de 32 años, pero calla al imaginarse lo que le podría haber sucedido. "Ayer estuve aquí festejando, ahora todo es luto", dice, y se marcha.

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