Fred Schneider (62), la voz y el rostro masculino de The B-52s, cuenta que aún es devoto de la ciencia ficción y que todavía acumula películas e historietas situadas en galaxias lejanas.
"Es algo que he seguido toda mi vida, que influyó de manera absoluta en mi banda y de lo que aún me considero un fanático acérrimo. Aún sigue siendo un aspecto relevante", cuenta el artista, al teléfono desde Nueva York, y en torno a una de las mayores inspiraciones del conjunto estadounidense, capaz de forjar una propuesta única que a fines de los 70 hermanó la estética de caricaturas como Los Supersónicos, con guitarras galopantes y melodías pegajosas.
Un legado que revivirá en Santiago el próximo 2 de octubre, con un espectáculo anunciado para el Teatro Caupolicán, pero que sus organizadores decidieron mudar al casino Monticello.
"Vamos a hacer una mezcla de nuestros viejos hits con cosas más recientes, porque de seguro que la gente quiere escuchar lo más conocido. Será divertido, llevamos más de 30 años tocando y nunca, ni en una sola noche, nos hemos cansado de nuestra carrera. Tampoco nos sentimos pioneros de la new wave, como nos apuntan mucho; sólo fuimos gente que siguió sus gustos", detalla el vocalista, como un adelanto de su segunda escala santiaguina -la primera fue en el festival Top Rock de 1992- y en torno a un presente que tiene al álbum Funplex (2008) como su antecedente más próximo.
"Un disco complejo, donde nada funcionaba, pero que nos convenció de que debíamos seguir en la ruta", culmina.