Son las 21.15 horas y un sorprendido Robert Smith sale por la puerta de protocolo del Aeropuerto de Santiago. Su cara demuestra que le llama la atención la cantidad de fans (más de 50) y la prensa, que se reunieron en el lugar. Si bien les dedicó una mirada a los fanáticos que le gritaban "Bienvenido", no se acercó y optó por subir directo a una van de color blanco, junto al resto de su banda.
The Cure llegó pasadas las 20.40, en un vuelo comercial desde Buenos Aires -ciudad en que el viernes convocó a 40 mil personas, en el Estadio de River- y luego de hacer los trámites de rigor en Policía Internacional, junto a un nutrido contingente de seguridad y Carabineros salieron raudos con destino al Hotel W, en la comuna de Las Condes, donde ingresaron por la entrada subterránea, sin ser vistos.
Los ingleses tocarán esta noche, en el Estadio Nacional, para capitalizar uno de los hitos más relevantes en los megaeventos chilenos de los últimos años. La banda también pasará por Santiago, guiada por uno de sus planes más ambiciosos: la grabación del primer registro en 3D de su trayectoria, el que incluirá gran parte de los temas interpretados en su tour latino y un documental con sus escalas en cada una de las ciudades. La intención es estrenarlo durante el segundo semestre en DVD y Blu-ray, aunque, sobre todo en la región, se gestionará su exhibición en cines.
Además, los ingleses -que se presentaron el viernes frente a 40 mil personas en Buenos Aires- han dejado que un grupo de cuatro profesionales grabe todo lo que ha rodeado sus shows, desde sus ensayos y preparativos en camarines, hasta las persecuciones de fanáticos y las celebraciones privadas posteriores a los conciertos. De hecho, el proyecto se asoma como uno de los documentos más íntimos de la banda.
Para la misión, los músicos reclutaron a un conocido de toda la vida: Tim Pope, uno de los más reputados realizadores de videos en Inglaterra y mentor de 37 clips en la historia del quinteto, entre los que asoman los más célebres, como Close to me, Just like heaven y Friday I'm in love. El también británico -realizador de El Cuervo: Ciudad de ángeles y uno de los productores iniciales de El último rey de Escocia- los acompaña en todo el tour continental y ha utilizado su web para describir la travesía sudamericana: "He filmado muchos conciertos en mi vida -Neil Young, Iggy Pop, David Bowie-, pero nunca nada como esto y, ciertamente, nada a esta escala. Vamos a tener una película emocionante, sorprendente y profunda. Los propios The Cure están siendo increíblemente generosos en cuanto a permitir el acceso de las cámaras. Estamos capturando escenas muy íntimas: ¿qué pasa cuando una banda sale del escenario?, ¿dónde van?, ¿qué dicen?".
Eso sí, aún no se ha precisado si el futuro DVD tomará canciones de cada uno de sus ocho shows en Latinoamérica o si se concentrará en uno solo. Según diversas webs de fanáticos, la agrupación planea que sólo se muestre la presentación íntegra del domingo 21 en el Foro Sol de Ciudad de México, sumando extractos de backstage capturados en los países restantes.
LOS CINCO MOMENTOS DEL SHOW
El salto a escena
Poco importó que el jueves 9, en el inicio de su tour latino, el HSBC Arena de Río no estuviera lleno y fuera un lugar algo frío; poco importó el retraso de una hora y media respecto del inicio previsto. Poco importó, incluso, que el tema elegido para arrancar, Open, no fuera uno de los platos fuertes. Poco importó porque, con la sola aparición de Robert Smith, su burtoniano maquillaje y su quemada cabellera, asomaron las pieles de gallina y las gargantas desenfrenadas.
Volando en el cielo
Un inicio de seca y dura línea de bajo y batería, tan punk, que se va abrillantando con los inconfundibles sintetizadores ochenteros y las dulces guitarras, tan pop, que nos llevan a sobrevolar un cielo de nubes blancas que podemos ver en la pantalla. Con ello, el hit Just like heaven fue el primero en encender a los fans, quienes cantaron a coro. El estribillo fue la excusa para que las parejas que recién empiezan se separaran medio sonrojadas y las más enamoradas se fundieran en besos.
Casi era viernes
En el siguiente gran momento de comunión con el público, el amor era ya una cosa que dependía del día de la semana. El sonido punk quedaba lejos en uno de los temas más alegres y pop registrados por la agrupación, un Friday I'm in love que, ya casi en el hemisferio del concierto, llegó en el momento álgido para banda y público, después del frío inicial y antes del cansancio después de las casi tres horas del maratónico espectáculo que repetirán en Chile.
Tenía Robert Smith algunos ases en la manga para la recta final del concierto y pocos pudieron resistirse a chasquear los dedos y agitar las cinturas cuando sonó Close to me (del álbum The head on the door, de 1985), esa original joya con susurros, palmas, sutiles teclados y cierta caricia de swing y jazz con instrumentos de viento. Una pieza que se convirtió en uno de sus mayores himnos radiales, estatus materializado en las reacciones que provoca en vivo.
Los chicos no lloran
Normalmente, tocar una canción a un ritmo más lento que su versión de estudio se considera un fallo imperdonable. En el caso de Boys don't cry, fue todo lo contrario. El cansancio de un sudoroso Smith cantando exhausto, su mayor y más esperado himno después de tres horas de concierto, a sus 53 años, sólo dio más épica al show, más sentimiento de gratitud a su público. Con todo, mantuvo la prestancia, demostrando que los chicos no lloran y que los viejos rockeros nunca mueren.