"El año pasado finalizó de manera triunfante para Andrónico Luksic, la cabeza de la familia más rica de Chile. El 23 de diciembre ganó un juicio por difamación contra un político que lo llamó un 'criminal' y 'un hijo de puta'. Pero su sensación de reivindicación fue nublada por el dolor. Cuatro días antes, cuando dejaba el tribunal, una turba, molesta por un proyecto hidroeléctrico en el que él había invertido, le tiró piedras. Una le golpeó en la cabeza; la policía lo sacó rápidamente".
Con este párrafo, el semanario británico The Economist inicia una columna publicada este jueves y que se titula "Golpeando a los multimillonarios: por qué a los chilenos no le gustan los líderes empresariales". A partir del caso de Luksic citado en la introducción del artículo, la tesis que desarrolla es la molestia existente en la población con este grupo. "Los chilenos a menudo dicen que siete familias 'son dueñas' del país", afirma el texto.
"Muchos chilenos piensan que las compañías de Luksic, junto con todos los negocios en Chile, debieran pagar impuestos más elevados", continúa el artículo, para luego aludir al caso Caval. "Periodistas dicen que él ejerce una influencia excesiva. Su banco hizo un gran préstamo a una compañía cuya propiedad era de la nuera de la presidenta chilena luego de que él se reunió con dicha nuera; luego él se disculpó. Esas conexiones alimentan las sospechas de los chilenos de que las grandes decisiones son hechas por una camarilla mientras comparten una botella de Carmenere o un juego de golf", señala.
"Una serie de casos de colusión, que a menudo involucran a compañías en sectores con baja competencia, le dan peso a esas sospechas", añade el artículo, que luego transita hacia el polémico episodio de la "muñeca inflable" entregada por el empresario Roberto Fantuzzi al ministro de Economía, Luis Felipe Céspedes.
"En la cena de Navidad de Asexma, una asociación empresarial, su jefe le entregó al ministro de Economía una muñeca inflable, que, según él sugirió, podía 'estimular la economía'. Fotografías de hombres de mediana edad en trajes riéndose con una muñeca desnuda confirmaron la mirada de los chilenos de la élite empresarial como un club de niños desconectados de las normas modernas", sentencia el semanario.