Hubo al menos 15 mil personas en su última edición en Espacio Broadway, luego bajó a 11 mil el año pasado cuando se trasladó hasta Espacio Centenario en Vitacura por un problema de permisos y el sábado pasado, siendo optimistas, circularon 10 mil asistentes según la organización, en el regreso al grato recinto de la ruta 68 y su ambiente semi rural a la salida de Santiago. El festival Fauna Primavera, especialista en sabores indie, sufre los vaivenes de toda fiesta masiva con largo historial: algunas juntas son más memorables que otras. Su bitácora registra llenos masivos como la rendición de Corazones por parte de Jorge González y el tardío debut de Pulp. Pero un cartel protagonizado por Phoenix, Iggy Azalea y Yo la tengo no fue suficiente.

En el atardecer Seu Jorge, que encantó en la cinta de Wes Anderson The life acquatic with Steve Sizzou (2004), recreando en formato acústico las canciones más conocidas de David Bowie, logró que ese efecto se esfumara rápidamente. Aunque desplegó trucos como regalar a la asistencia los gorritos rojos característicos de la tripulación protagonista del film, el encanto de su número dura solo un rato. Su voz es poderosa y domina la guitarra, sin embargo el truco se desvanece por detalles como hablar más de la cuenta (contó una larga anécdota antes de empezar el segundo tema), y porque después de unos minutos el barniz acústico para el cancionero Bowie se hace insuficiente y se torna repetitivo. El público reaccionó como suele suceder mientras se pone el sol en Fauna, bebiendo el cóctel de moda y conversando animadamente, relegando la música en directo a un asunto secundario. Luego se sucedieron dos bandas menores como Daughter y The Black Angels suscritas a un rock indie de catálogo sin matices.

La oferta mejoró considerablemente con Iggy Azalea, la rapera australiana con grandes hits contando Work y Fancy. Montó un número sencillo pero demoledor que incluye DJ y cuerpo de baile femenino. Iggy es pura actitud y un desenfado que maneja calculadamente con actitud canchera y algo de pantera que estudia su espacio, segura de su carisma y belleza junto una construcción musical que recuerda a Missy Elliot. El público del Fauna, que por definición nunca ha sido muy expresivo, tuvo su momento de baile y disfrutó la presencia de una de las princesas indiscutidas del pop actual.

Siguió Yo la tengo y su rock desaliñado que aspira cubrir muchas áreas incluyendo dream pop y noise con la actitud de niños eternos empecinados en el poder de la repetición y las estructuras planas, los estallidos de acoples y rasgueos histéricos alternados con pasajes cándidos y armonías con carácter de pendejo taimado.

Al cierre Phoenix ofreció un gran número en calidad de imagen y sonido. Resueltos, con un hálito a The Strokes en versión vitamínica, repasaron su último álbum de este año Ti amo, un efectivo pastiche de synth pop. Fue un buen show, pero Phoenix no es la clase de banda que esperas para cerrar un festival con nombre y tradición.