Osvaldo Castro y Fabián Estay responden la llamada de La Tercera con una evidente entonación azteca. Incluso, inconscientemente, ocupan algunos modismos y transforman la palabra fútbol en aguda. Son chilenos y aseguran que esperan un triunfo de la Roja en el enfrentamiento de esta noche, por los cuartos de final de la Copa América Centenario. Pero advierten de su cariño y agradecimiento al lugar que les abrió las puertas y en el que triunfaron, al punto de convertirse en auténticas leyendas del América, el club más popular del país.
Pata Bendita anotó 216 goles entre 1972 y 1984. Además de las Águilas, defendió a Jalisco, Coyotes Neza, Atlético Potosino y los Pumas de la UNAM. Estay, en tanto, recibió tres veces el Balón de Oro como el mejor jugador de la competencia.
A Alberto Quintano, el acento se le nota menos, porque volvió hace ya varios años. El ex defensor también conoció la gloria ahí. Eso sí, en otro de los clubes más poderosos del país norteamericano: Cruz Azul. En la Máquina Cementera, La Muralla, como lo apodaban, consiguió tres títulos nacionales y una Copa de Campeones.
México, entre comienzos de los 70 y mediados de los 90 fue la auténtica tierra prometida para los futbolistas chilenos. La lista la engrosan otros cracks, como Carlos Reinoso (problamente, el mejor extranjero en la historia del fútbol azteca) y Rodrigo El Pony Ruiz, quienes terminaron radicándose y adoptando la nacionalidad. E Ivo Basay, quien brilló con la camiseta de Necaxa, la mayor colonia chilena en la actualidad: ahí ficharon Manuel Iturra y Edson Puch y ya estaban Luis Felipe Gallegos y Marcos González. Otra muestra de la alta cotización de la que aún goza el futbolista nacional en ese territorio: 13 jugadores chilenos actuarán en clubes de la Liga MX e Isaac Díaz defenderá a Tapachula en Ascenso MX, la segunda categoría.
El poderío económico de sus clubes (donde se pagan sueldos que poco tienen que envidiarle a los de los clubes europeos), motivó a decenas de futbolistas a partir. También valoran el entorno: a diferencia de lo que sucede en otros sitios, la violencia aún no se ha apoderado de los estadios, en los que el respaldo es numeroso y la infraestructura, notoriamente mejor.
A la mayoría le fue bien. "Somos casi de la misma cultura. Sólo cambian los modismos. Empecé jugando rápido y le gusté al entrenador. Eso me ayudó mucho. El futbolista chileno tiene buenos fundamentos técnicos. Acá se aprende a ser disciplinado. Hay que correr más y hacer esfuerzos. La gente los valora. En tres partidos, ya estaba totalmente adaptado. No sentía cansancio. En realidad, la altura nunca fue un problema. Para mí, es algo más mental que otra cosa", dice el ex artillero, quien hoy prepara a nuevas generaciones de los Pumas de la UNAM.
Estay, hoy comentarista deportivo en una cadena internacional de televisión, asiente. "El mexicano es un fútbol competitivo, que exige jugar con 40 grados de temperatura, a lo que hay que sumar la altura. Al chileno, en general le va bien. Acá han venido futbolistas desde Europa, incluso con más renombre, que no tuvieron el éxito que nuestros compatriotas consiguieron. Creo que nos acomodamos mejor por un asunto de idiosincracia. Somos pueblos increíblemente parecidos. Al chileno lo quieren mucho y eso no pasa siempre. Y le exigen como a todos. Para jugar en México hay que demostrar capacidad", sostiene el ex mediocampista, quien también triunfó en Toluca.
Castro coincide en esa apreciación, aunque con una salvedad. "El tiempo en que jugaba me trataron bien. Pero no por carisma, sino por mi calidad de juego. Acá hay que rendir. Acá vienen jugadores de buena calidad técnica, pero si no se esfuerzan no triunfan. En el fútbol mexicano hay que correr mucho. Lo otro lo trae uno: la inteligencia, la picardía. Es algo muy propio del futbolista sudamericano, que acá les resulta atractivo. Hice buenas campañas. Por eso jugué muchos años. Me valoran mucho", sostiene. A tanto llegó el aprecio que le tenían al copiapino que Chespirito lo inmortalizó en el Chapulín Colorado, quien mencionó al delantero chileno como su ídolo en varias oportunidades.
Quintano también entrega su visión. "Los jugadores chilenos que partieron a México eran, en su mayoría, seleccionados, gente que tenía una trayectoria. Iban siendo jugadores de renombre. Eso se mantuvo durante un buen tiempo. A los mexicanos les gusta el futbolista chileno porque les dio frutos. Como tienen poder adquisitivo, no contratan a cualquiera".
El zaguero central, quien por la Roja conformó una infranqueable dupla con Elías Figueroa también destaca la facilidad para acostumbrarse al país. "El pueblo mexicano te observa, pero es muy afín al chileno, no así con todos los extranjeros. Con el chileno se entrega más", comenta.
Hoy, el Mariscal (otro de los apodos que le dedicaron en su carrera) mirará de reojo a una de las figuras del Tri que ayudó a formar: Néstor Araujo. El otro, Javier Aquino, se perderá el duelo por lesión. "Cuando fui gerente de Cruz Azul, entre 2009 y 2013, llevé a Héctor Pinto a las inferiores. Araujo y Aquino son producto de ese trabajo y me produce orgullo", resalta.
Los tres coinciden en que será un partido parejo. Pero, más allá del cariño que le guardan a la tierra que los adoptó, no dudan en elegir al ganador. "Pasa Chile", afirman.