Tiger Woods vive momentos de apremio. A fines de mayo, fue sorprendido por la policía durmiendo en su vehículo. Las luces del automóvil estaban encedidas y uno de los intermitentes señalizaba. Además, el motor estaba funcionando. Fue detenido por los efectivos por el presunto delito de conducción bajo los efectos de sustancias tóxicas, alcohol o marihuana. Sin embargo, ambos exámenes de alcoholemia descartaron un eventual consumo, al menos de bebidas alcohólicas.
Woods arriesga ser condenado. De hecho, tiene que presentarse a la audiencia programada para el 25 de octubre. Sin embargo, buscará una salida alternativa: se acogerá a un programa de rehabilitación de adicciones.
La legislación estadounidense contempla que los infractores primerizos deben declararse culpables por conducción temeraria, además de pagar 250 dólares de multa, correr con las costas del procedimiento judicial y asistir al curso.
El programa considera 12 meses en los que el infractor está en libertad condicional y debe someterse a pruebas que descarten eventuales consumos. Así, pueden evitar una eventual condena.