La escritora Guadalupe Loaeza, autora de un libro sobre el único mexicano que viajaba en el Titanic, el famoso trasatlántico hundido en abril de 1912 cerca de las costas de Terranova, admitió que la columna vertebral de la historia es falsa.

El libro, titulado "El caballero del Titánic", se refiere a afirmaciones de algunos descendientes del mexicano Manuel R. Uruchurtu, según las cuales cedió su lugar en su lancha salvavidas a una mujer inglesa cuando empezó a ser evacuada la embarcación al empezar a hundirse por el choque con un "iceberg".

Elizabeth Ramell, que llevaba un niño en brazos, e iba en segunda clase, había pedido a Uruchurtu, quien llevaba pasaporte diplomático, que le cediera su sitio y éste aceptó con la condición de que si no se salvaba visitara a su familia en México para explicarle las cosas como ocurrieron.

Uruchurtu, ex legislador de los tiempos de la dictadura de Porfirio Díaz, derrocado en 1910, viajaba en primera clase y llevaba pasaporte diplomático, lo cual le daba derecho a ser de los primeros evacuados, pero ahora se ignora por qué no se salvó.

La escritora admitió que "se trata de un hecho irreal" pues no encontró "ningún documento fidedigno" que lo constatara, aunque descendientes de Uruchurtu insisten con que es cierto.

Loaeza expone que constató la historia hasta que cayó en sus manos la biografía de Ramell por lo cual en la próxima edición aclarará que se trata de una "historia de ficción".