A Jorge Tocornal (54) le dijeron que era libre el mismo día en que iba a salir de la cárcel. La Comisión de Libertad Condicional de la Corte de Apelaciones de Santiago le había otorgado otra vez el beneficio que venía rechazando desde hace tiempo. Cumplía con todos los requisitos: los informes de Gendarmería sobre su comportamiento eran impecables, ya había superado los dos tercios de su condena y había participado de talleres intrapenitenciarios. La única mancha en sus papeles, desde el punto de vista de sus celadores, era la negativa a mostrar arrepentimiento por los delitos que lo llevaron ahí. Ese es un punto que no transa, porque Tocornal todavía sostiene que es inocente. Tal como lo hizo en dos juicios orales, en un recurso de nulidad y en las entrevistas que dio hace casi 10 años, insiste en que jamás violó a su hijo mayor y que nunca obligó a su hijo menor a realizar actos de significación sexual.
Un año atrás -en 2015-, el ex ejecutivo bancario del BBVA envió una carta a la unidad técnica de Gendarmería para restarse del proceso de postulación. No le interesaba salir de Capitán Yáber sin antes convencer a la justicia de que su presencia en ese lugar, y en varios otros recintos penitenciarios de la Región Metropolitana, siempre fue un error.
Para demostrarlo era necesario recurrir una vez más a la Corte Suprema a través de un recurso de revisión de condena, con la meta de lograr la absolución. Tocornal lo presentó con la ayuda del abogado Alberto Eguiguren, director de Paternitas, una fundación dedicada a apoyar la reinserción social de los reos. Ambos se habían conocido tres años antes, cuando Eguiguren lo visitó en la Cárcel de Alta Seguridad tras recibir una petición de la madre de Tocornal, María Eugenia Babra.
El escrito entró al máximo tribunal el 10 de noviembre del año pasado. Alegaba la existencia de hechos desconocidos durante el proceso, que en teoría bastaban para establecer la inocencia de Tocornal. Los argumentos eran que la medicina forense y la psicología habían alcanzado nuevos consensos desde la sentencia de 2007 y que estos podían controvertir algunos de los peritajes físicos y psicológicos practicados a los dos hijos de Tocornal, ambos de iniciales J.A.T.P., actualmente de 21 y 15 años.
De acuerdo a los estudios incluidos en el documento, la ubicación de las lesiones de su hijo mayor no sería compatible con la de una violación. Tampoco existirían indicadores de certeza para diagnosticar psicológicamente un abuso sexual infantil.
Aunque el recurso fue admitido con una votación de 5-0, la Segunda Sala de la Corte Suprema rechazó la acción el 5 de abril pasado y se negó a revisar la sentencia. En el fallo, los ministros Milton Juica, Carlos Kunsemuller, Haroldo Brito, Lamberto Cisternas y el abogado integrante Arturo Prado explican que los argumentos no son realmente nuevos, que fueron debatidos en el juicio oral y que "no se ha acreditado por parte del peticionario la existencia de consenso entre los especialistas en relación a los cuestionamientos de dicha parte a la credibilidad atribuida a los relatos de las víctimas".
El revés en la Corte Suprema hizo que Tocornal finalmente decidiera aprovechar el beneficio de la libertad condicional. Fue uno de los 568 internos de la Región Metropolitana que dejaron la cárcel a fines de abril. La polémica entre el gobierno, Gendarmería y el Poder Judicial por la gran cantidad de reos liberados no lo toca. "Por supuesto que considero injusto que se me compare en cualquier situación penal o carcelaria, ya que es un ámbito fuera de la verdad", comenta a Reportajes en la primera conversación que sostiene con un medio desde 2007.
Los años de deambular por las cárceles de la capital han dejado sus huellas en Tocornal, quien no quiso ser fotografiado para este artículo. Viste ropa sencilla y se le notan las arrugas. Dice que ya no tiene dinero para salir -por ejemplo- a comer, pero que al menos hay familiares y amigos que lo invitan. Comenta que los años encerrado no fueron tan violentos, salvo por un par de roces con otros internos. "Para la connotación que tuvo mi caso, yo diría que fueron los menos, casi nada. Es más, tuve bastante buena relación con muchos internos", asegura.
Para soportar la vida ahí dentro, se inventó una rutina estricta, que incluía una completa revisión de los diarios, una sesión de ejercicios de dos horas y media y el estudio permanente de su causa. "Sobrellevé esto con una rebeldía absoluta frente a la situación que estaba viviendo", agrega.
¿Cuántas veces había postulado al beneficio de libertad condicional anteriormente?
A la libertad condicional no se postula. Gendarmería nos presenta sí o sí por obligación legal cumplido el tiempo requerido. A mí me presentaron en marzo y septiembre de 2015. En ambas ocasiones renuncié voluntariamente al proceso. Esto obedece a que en ningún momento había pensado en la libertad, sino en sacar la verdad a flote, y es lo que estaba peleando en la Corte Suprema. Luego del traspié, que tiene una explicación aparte, opté por salir, ya que en año y medio habría estado cumplido y me sacarían igual. Esto se produce porque tengo 19 meses de abono (de la condena) y a fin de año tendría 22. Por todo esto, si de libertad se tratara, habría estado fuera en 2014, con beneficios intrapenitenciarios, tales como salida dominical, sabatina y diaria. Jamás solicité alguno.
¿Piensa seguir presentando acciones?
De acuerdo a mis posibilidades, jamás voy a descansar hasta establecer la verdad y hacer justicia.
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Los hermanos J.A.T.P. hoy son J.A.L.P. Optaron por cambiar el apellido Tocornal. El proceso se llevó adelante en el 17° Juzgado Civil de Santiago, en enero de 2011.
En él se explica que Tocornal fue sometido a dos juicios orales en el Tercer Tribunal Oral en lo Penal de Santiago -la Corte Suprema decretó la nulidad del primer proceso-, siendo condenado finalmente a 13 años de cárcel, 10 por el delito de violación de su hijo mayor y tres más por "determinar la realización de actividades sexuales por parte de sus hijos".
Hasta el día de hoy, algunos de los abogados intervinientes recuerdan el proceso como uno de los más "emblemáticos" del inicio de la Reforma Procesal Penal en Santiago.
Luego, el escrito explica que los niños tuvieron serios problemas psicológicos en los años posteriores a los juicios. Ambos sufrieron de bullying en el colegio, donde se les recordaba constantemente el haber sido "violados" y se les llamaba por su apellido original, que ya no usaban socialmente. "Es por todo ello que se solicita al tribunal ordenar, en definitiva, la rectificación de la partida de nacimiento de ambos menores (...) por el menoscabo moral y psicológico evidente que les causa aparecer formal u oficialmente con el apellido de su padre, quien está condenado por crímenes atroces en su contra", se lee.
Tal como se hizo incontables veces en ambos juicios orales, la madre adjuntó un informe psicológico del menor de los dos hijos, cuando éste tenía 10 años. De acuerdo a la verdad procesal, este niño nunca fue violado por Tocornal, pero sí fue forzado a realizar actos sexuales con su hermano. Se le confirma el antiguo diagnóstico de déficit atencional, trastorno del lenguaje y un cuadro de ansiedad. "Da muestras de una elevada afectación emocional, expresando altos niveles de angustia y rabia, relativos al abuso sexual y a su padre biológico", señala el informe de los psicólogos Carolina Cepeda y Leonardo Tognarelli, que agrega que "J. interpretaría su actual apellido como una fuente de constantes recuerdos de su padre biológico y de los hechos de abuso (...), por lo que para él es altamente necesario llevar a cabo el cambio de apellido".
"Esa época fue un desastre -comenta Juan Paulo Letelier, hoy divorciado de Carolina Pesce, a cuyo padre acusa de estafa-. No tenían amigos, era como si tuvieran una peste. Por eso se cambiaron de apellido. La sociedad también castiga al niño, aunque sea el padre el que haga el daño. Después de eso tuvimos que andar de psicólogo en psicólogo, fue una tarea grande".
Letelier se enteró recientemente de que Tocornal salió en libertad. Lo supo después de hablar con su ex esposa, con quien tiene una hija que nació justo antes de que comenzara la investigación contra Tocornal, en 2005. "No creo que sea inocente. Puedes preparar a un niño para mentir, pero en algún momento lo vas a pillar en alguna contradicción", dice.
Consultados por Reportajes, los abogados de Carolina Pesce y sus dos hijos con Tocornal, del estudio Puga/Ortiz, declinaron comentar su salida con libertad condicional en nombre de la familia. Sin embargo, también transmitieron que están conscientes de que el sentenciado cumplía con todos los requisitos, por lo que no tienen ningún reclamo de "arbitrariedad".
Actualmente, el hijo mayor de Tocornal y Pesce es estudiante universitario, mientras el menor está en educación media.
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Jorge Tocornal cuenta que nadie de su familia mantiene contacto con sus hijos, ni su madre ni sus dos media hermanas, que han sido su principal soporte a lo largo de los nueve años de cárcel. "También he tenido apoyo de abogados que no me representan y varias personas vinculadas al Poder Judicial, todos los cuales creen en mi inocencia", asegura el ex ejecutivo bancario, quien prefiere no revelar la identidad de estas personas. Tampoco comenta su contacto dentro de la cárcel con hombres acusados de delitos similares.
"Mi opinión sobre este tipo de juicios (delitos sexuales) es que, por lejos, es el tema donde más se miente, ya que en el 90% de los casos no existe prueba material, sólo son dichos y testimonios. Desde el año 2006, que fue cuando me condenaron, hasta la fecha hemos tenido un sinnúmero de ejemplos que no quiero mencionar por respeto a las personas y porque no todos han tenido prensa. Este tipo de acusaciones son una herramienta fácil y muy efectiva cuando se trata de dañar personas", indica.
¿Le complica o entiende que sus hijos hayan cambiado de apellido?
El cambio de apellido no es obra de ellos, eran muy chicos en esos momentos y con problemas importantes, sobre todo de madurez; fueron manipulados como en toda esta situación, estos no son temas nuevos en el mundo.
Desde hace más de una década, Tocornal apunta a que su ex esposa, Carolina Pesce, y la abuela materna de los niños, María Cecilia Ortega, predispusieron a los niños en su contra. Oficialmente, el matrimonio de ambos duró casi 10 años, entre julio de 1993 y abril de 2003, cuando finalmente fue anulado, pero la separación había ocurrido un par de años antes. Ella se volvió a casar con Letelier al año siguiente, mientras que Tocornal tuvo un par de relaciones más.
El quiebre entre ambos no fue en los mejores términos, al punto que ella fue hasta los tribunales de familia en 2001 y 2003 para normar la tuición. Tocornal quedó con un régimen de visitas cada fin de semana por medio y en vacaciones. En ese contexto, durante julio y noviembre de 2005, en su antiguo departamento de Avenida Kennedy, habrían ocurrido los delitos que Tocornal rechaza.
El añade que está estudiando nuevos antecedentes para probar su inocencia, pero que, por el momento, no quiere comentarlos públicamente. "Cuando se está preso, la paz no existe por diversas razones, y en mi caso particular, aunque esté libre, una parte mía sigue presa de una mentira", explica.
¿Cómo piensa rearmar su vida en libertad teniendo la carga de esta condena?
Pretendo rearmar mi vida en todos los aspectos, tal como la tenía antes de esta tragedia, falsa en su totalidad. Cuento con gran apoyo y hay mucha gente en este país que jamás creyó en esta acusación. Más que mal, ya les gané a cosas peores, aunque no digo que sea fácil.
¿Espera algún día poder volver a ver a alguno de sus hijos? ¿Qué les diría?
Me encantaría volver a ver a mis hijos, no tengo nada en contra de ellos, los adoraba por sobre todas las cosas, pero para poder tener una relación normal con ellos es necesario que se sepa la verdad. Sin la verdad por delante no puede haber una relación normal. Yo no puedo avalar mentiras tan graves.