Quienes conocen a Julio Ponce Lerou reconocen que siente a SQM casi como un hijo. Por eso da todas las batallas necesarias para que a la minera le vaya bien, y si eso significa sacrificar poder, lo hace.
La señal del pasado lunes, de ceder su voto dirimente en el directorio a cambio de un cogobierno con su histórico rival, Potash Corp (PCS), va en esa línea. Ese día, el controlador indirecto cedió el voto de desempate que tenía el presidente de la minera -hoy en manos de su hermano, Luis Eugenio- a cambio de un directorio de consenso y donde cada decisión debe ir en "el mejor beneficio de la compañía", al menos, por los próximos tres años.
Pero no es la primera vez que Ponce defiende su rol en Soquimich, empresa a la lleva ligado 30 años. Lo hizo en 1989, cuando Bankers Trust, Provida y Consorcio intentaron venderle un 10% a la japonesa Mitsubishi, pero una jugada de Ponce permitió que se desistieran. En los 90, y tras la arremetida de un grupo de ejecutivos aparentemente vinculados a la israelita Haifa Chemical, interesados en comprar Pampa Calichera, la cascada que posee hoy el 19% de SQM, Ponce compró la deuda de la firma y lo afianzó todo en Norte Grande, la sociedad que hoy consolida la cascada de control.
Pero todo cambió en 2001, cuando la canadiense Potash compró el 18% de las acciones serie A de SQM. Inmediatamente pusieron a tres representantes en el directorio, los que generalmente votaban contra el controlador. En 2004, de hecho, compraron otro 8,32% a Israel Chemical, con lo que se convirtieron en mayoritarios. Ponce no se quedó tranquilo y vino un periodo de OPAs y contra OPAs para aumentar la participación.
De ese conflicto surgió el pacto de acción conjunta con la japonesa Kowa, con lo que sumó 2,3% a su participación, totalizando el 32,6% de la minera, el máximo que los estatutos permiten para votar. La revisión de la prensa de esos días muestra permanentes dimes y diretes entre Ponce, los canadienses y los minoritarios, y hasta la intervención de la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS) que consideró que las cascadas y Kowa no eran relacionados.
Así las cosas, el directorio quedó con tres integrantes electos por Ponce más uno por Kowa, que siempre vota a la par del controlador. Por la otra trinchera estaban los tres directores de PCS, y un cuarto independiente por la serie B, cupo que hasta este viernes ocupará Edward J. Waitzer, quien se alineaba con PCS para votar.
La nueva configuración de la mesa, que fue parte clave de las negociaciones entre Patricio Contesse Fica, director ejecutivo de las cascadas, y el abogado José María Eyzaguirre por los canandienses, dejará la mesa -que se elige el próximo viernes- presidida por Eugenio Ponce y con Gonzalo Guerrero por Kowa, Fernando Massú y Dieter Linneberg por las cascadas, aunque este último nombre podría no ir. Por los canadienses, a los tres cupos que hoy ocupan Joanne Boyes, Robert Kirkpatrick y Arnfinn Prugger -los que tampoco se sabe si continuarán o si Potash se decide por nombres locales- se suma el ex presidente de Codelco, Gerardo Jofré como independiente por la serie B, en reemplazo de Waitzer.
El efecto en las acciones
Cada movimiento que Ponce ha hecho por mantener la estructura de la empresa, ha tenido eco en el precio de la acción.
Cuando comenzó a cotizar, el 13 de junio de 1994, cada acción valía $ 1.215 y la empresa estaba valorizada en US$ 415 millones. Hoy, el título se cotiza en $ 23.364 (cierre de ayer) y tiene una capitalización bursátil de US$ 9.457 millones.
En el mercado reconocen que cada movimiento que haga Ponce, a través de las cascadas, es clave para inclinar la balanza a favor o en contra de la acción.
Así, en 2007, cuando la SVS aprobó el pacto entre Ponce y Kowa, la acción pasó en menos de dos meses desde los $ 7.000 a los $ 9.000.
El otro salto lo dio cuando se inició la investigación por aportes políticos desde la minera, lo que detonó el "caso SQM". En marzo de 2015 la acción cayó a $ 11.000, Ponce despidió a su histórico gerente, Patricio Contesse, y el mismo dejó la presidencia de la empresa en abril. La acción subió a los $ 13.000.
El último movimiento se dio en noviembre de 2015, cuando Oro Blanco inició un proceso para vender acciones que Pampa Calichera tiene en SQM. Por esos días, la acción se cotizaba en torno a los $ 13.000 y en diciembre de 2016 superó los $ 20.000, luego de conocerse que el proceso tuvo interesados pero un dictamen de la SVS y el conflicto con Corfo impidieron la venta.
Después de eso, con fundamentos dados por la propia minera al entregar suculentos dividendos y reportar resultados históricos, la acción ha seguido su senda alcista superando algunos días los $ 24.000. Con ello, el porcentaje de las cascadas en Soquimich vale US$ 2.740 millones.