Todos los colores de Brasil en una sola exposición
Desde hoy, el Centro Cultural La Moneda exhibe 291 obras de arte brasileño, desde pinturas de corte naif y popular, hasta piezas más contemporáneas, que revelan la diversidad multicultural de ese país.
Brasil, el país más grande de Sudamérica, con 8,5 millones de kilómetros cuadrados, donde viven más de 200 millones de habitantes, tiene, además, una de las sociedades más diversas del planeta: en ella se mezcla población europea, indígena, africana, turca y asiática. Esta diversidad étnica se cuela en la comida, los bailes, las tradiciones y por supuesto, el arte.
Por primera vez en Chile, una exposición reúne la mayor cantidad de obras de arte de Brasil que se haya presentado en el país. Ellas reflejan su riqueza cultural a través de las colecciones de cuatro instituciones: el Museo del Folclore Edison Carneiro, de Río de Janeiro; el Museo Internacional de Arte Naif de Brasil, la colección de Hecilda y Sérgio Fadel y las piezas de la Fundación Salvador Allende de Chile. Bajo el título Al ritmo de Brasil, arte naif, popular y moderno se abre a público hoy, en el Centro Cultural La Moneda, la muestra de 291 piezas, entre pinturas, objetos, esculturas y fotografías que recorren dos siglos de su historia mostrando sus paisajes naturales y humanos, sus ritos religiosos y paganos.
La mirada más ingenua de los pintores populares se recoge en la Sala Oriente, a través de los pintores naif: se trata de obras coloridas, sencillas y directas, parecidas a los trazos infantiles, que retratan la vida cotidiana, la exhuberancia de la selva amazónica y el fervor de la ciudad cuando lo inunda el carnaval. Desarrollado en Francia a fines del siglo XIX, el arte naif entró con fuerza a Brasil y destaca porque sus exponentes son totalmente autodidactas: pintores de la calle que retratan su tiempo con frescura y humor, como Lia Mirattakis, una de las artistas más internacionales de esta estética, Helena Coelho, Ozias y Grauben. "Más que un movimiento, el arte naif es una forma de ser y Brasil es uno de los cinco exponentes más importantes junto a Haití, la ex Yugoslavia, Francia e Italia. Es una pintura que excita, emociona, sin necesidad de saber mucho de arte. A diferencia de los estudiosos o los artistas que siguen las modas, los pintores naif no siguen normas y tienen total libertad de crear", señala Jacqueline Finkelstein, curadora del Museo Internacional de Arte Naif de Brasil. Los cuadros se complementan con objetos folclóricos de la colección Carneiro, que reúne figuras de arcilla, vasijas, instrumentos musicales de madera, trajes y máscaras usados en ritos populares.
"Brasil es un país eminentemente devoto, no sólo en el tema religioso, sino a todo nivel. El fútbol, por ejemplo, tiene la categoría de rito, de culto colectivo. Está también el legado africano muy profundo del candomblé, el culto de los orixás", dice Daniela Berger, curadora del CCPLM. "No faltan las miradas que califican este arte popular de género menor, pero esa visión no nos parece válida. Las preguntas de estos artistas son igual de profundas que las de los artistas más contemporáneos, son piezas creativas y autorales, artesanía elevada a la categoría de arte".
La segunda sala está dedicada al arte moderno, con el desarrollo en Brasil de la abstracción, el constructivismo y el expresionismo. Son obras que también recogen la identidad del país, pero desde una mirada más reflexiva, crítica y ácida. Allí destacan las piezas de la colección Fadel, con cuadros que van desde pintura más tradicional de fines del siglo XIX, de Osvaldo Teixeira y Anita Malfatti, pionera del modernismo, pasando por Belmiro de Almeida y la abstracción de los años 50 y 60 de Helio Oticica y Tomie OTake, brasileña de origen japonés. Se complementan estas obras con la colección que el Museo Afro de Brasil donó en 2010 a la Fundación Salvador Allende en Chile y recoge el arte más rupturista de la muestra, que incluye fotos documentales que retratan el Brasil más profundo, la vida en las favelas y en las plantaciones agrícolas. También está el tema religioso filtrado por el humor: como la instalación de Nelson Leimer, de 44 vírgenes de yeso puestas una tras otra en una larga fila, o la obra gráfica de Ozi, que toma una imagen del Corazón de Jesús, con orejas de Mickey Mouse y un fondo de flores rojas.
"En Chile conocemos muy poco el arte de Brasil y este es un panorama amplio que abre la mirada. Ellos asumen de manera muy inteligente su multiculturalidad, con muchas capas sociales y muy compleja. Es un buen ejemplo de lo que el Centro busca mostrarle al público, la diversidad de identidades, el aprender de lo múltiple", resume Daniela Berger. Con esta muestra, el museo La Moneda cierra su programación 2014.
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