Tokio conmemoró hoy el 65 aniversario de los bombardeos de los B29 estadounidenses que causaron unos 100 mil muertos y redujeron gran parte de la capital japonesa a cenizas cinco meses antes del fin de la Segunda Guerra Mundial.
Unas 300 personas, entre ellos el príncipe Hitachi y el gobernador de Tokio, Shintaro Ishihara, asistieron a un oficio religioso en el distrito de Sumida, uno de los más afectados por las más de 1.700 toneladas de bombas que cayeron sobre Tokio el 10 de marzo de 1945.
Los bombarderos B29 del Ejército de Estados Unidos lanzaron bombas incendiarias sobre Tokio y destruyeron la mayor parte de la ciudad, cuyas construcciones eran principalmente de madera.
Pese a la destrucción de la ciudad, el emperador Hirohito mantuvo firme su postura de no rendirse ante Washington, aunque tras la bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945 cedió, con lo que se puso fin al cruento enfrentamiento.
Ishihara hizo hoy un llamamiento pacifista y pidió que no se vuelvan a repetir guerras y que Tokio se convierta en un lugar donde vivir en tranquilidad, informó el canal de televisión NHK.
Asimismo, varias decenas de manifestantes se congregaron hoy ante la embajada de Estados Unidos para protestar por el bombardeo y pedir el fin del acuerdo de cooperación y seguridad con Washington.
Los manifestantes, muchos de ellos vinculados a grupos nacionalistas, pidieron una disculpa del pueblo de EE.UU., en medio de la indiferencia de muchos de los trabajadores que pasaban por los alrededores de la legación.
Con fotos de las consecuencias de los bombardeos y banderas con el sol naciente, símbolo del mandato imperial de Hirohito durante la Segunda Guerra Mundial, varios manifestantes se enfrentaron a la policía que guarda de manera permanente los accesos a la embajada estadounidense.