Madonna moría por sus jeans con mostacillas, lentejuelas y hasta plumas, y por sus chaquetas de cuero rojo súper ceñidas y pantalones a la cadera de terciopelo morado. Y el tejano Tom Ford (48) se convirtió en el emperador de un reino de ropa de lujo y muy sexy. Siempre jugando con lo prohibido, atrevido, con caras anhelantes y el deseo en sus publicidades en la añeja casa italiana Gucci, que resucitó y transformó en la más exitosa.
Pero en 2004 se fue. Entró en depresión. Lo tenía todo. Millones. Amigos como Demi Moore y Tom Hanks. Mansiones. Zapatos de cocodrilo. Pero estaba cesante. Del "rey del mundo del diseño" pasó a la casa. A quedarse sin un medio de expresión. Y decidió hacer una película. Una historia de amor y pérdida. A single man, que recibió 10 minutos de aplausos en el Festival de Venecia y figuró en el top ten del año del National Board of Review.
Tom Ford jamás se ha mostrado desarreglado. Es un obsesivo de la imagen. Siempre bronceado. A medio afeitar. Con el pelo muy corto. El traje oscuro y la camisa blanca medio abierta impecable. Atractivo pero hermético. Aunque ahora asegura que en el filme está esa alma que nunca exhibió. Que es su retrato. "Nunca había mostrado esa parte mía", afirma el diseñador que vive desde hace 20 años con un ex editor de la revista Vogue. Es la historia de un profesor de secundaria interpretado por el inglés Colin Firth -el mismo de El diario de Bridget Jones- que pierde al hombre que fue su novio durante 16 años. Es el comienzo de los 60 y él está desolado. Sólo tiene a alguien cercano, una amiga con la que tuvo un romance y que lo sigue queriendo, interpretada por la pelirroja y elegante Julianne Moore (Las horas, Magnolia). Entonces el protagonista decide suicidarse y la trama cuenta uno de los peores días que pasa luego de la pérdida.
"El tema de la película es el aislamiento que a veces todos hemos sentido y la necesidad universal de conectarse con los demás", dice el diseñador convertido en director de cine. Y el proceso le costó. Ford era famoso en la moda, en Hollywood era un don nadie. Pero estaba decidido. Compró los derechos de la novela de Christopher Isherwood y un guión que ya estaba escrito. Sacó de su bolsillo los siete millones de dólares que necesitaba el rodaje (cifra ínfima para los presupuestos de la industria). Reescribió 15 veces la trama. Contactó él mismo a Firth y Moore y controló cada detalle de la película, como hace en todo. Y pensaban que el filme sería un capricho de la vanidad de un hombre que se hizo rico vendiendo minifaldas cortísimas y con tajo.
Pero sorprendió a los críticos. Firth ganó la Copa Volpi al Mejor Actor en Venecia. "A single man posee una belleza que para el corazón", publicó el Times online. Sólo entonces el magnate del cine independiente Harvey Weinstein decidió distribuir el filme en EE.UU., donde se estrena el 11 de diciembre. Finalmente.