Como muchas de las mejores historias del rock, es sólo una leyenda, aunque no por eso menos sabrosa. En 2004, el fallecido George Harrison sería honrado en la ceremonia de inducción al Salón de la Fama del Rock, con una serie de reconocidos músicos interpretando While my guitar gently weeps. La presentación se transformaría en una postal imborrable, principalmente por un apasionado solo de Prince al final de la canción. Pero los rumores cuentan que el músico de Minneapolis nunca había escuchado el tema hasta que se lo mostraron para ensayarlo, y que apenas estaba familiarizado con el trabajo de Harrison. Pero quería estar ahí, porque estaría al lado de Tom Petty. Una muestra de la influencia y popularidad transversal que este último generó en su extensa carrera.

Petty llegó después que Bob Dylan, Neil Young y Bruce Springsteen al olimpo de la música popular norteamericana guiada por la guitarra, pero en sus cuatro décadas de carrera, que estalló recién a fines de los 70, su éxito y legado lo situaron a la par de algunos de sus mayores predecesores.

Una carrera que, como pareciera es la norma en el último tiempo, tuvo un final inesperado. El músico había sufrido un infarto al corazón en Los Angeles el domingo en la noche, según reportó primero el portal TMZ, tras lo cual fue encontrado inconsciente y sin pulso, siendo trasladado al hospital de la Universidad de California en Santa Monica, adonde llegó con muerte cerebral, siendo conectado a un respirador artificial

Durante la tarde, según aseguró el mismo medio, la familia habría tomado la decisión de desconectarlo y dar la orden de no resucitar. Fue ahí cuando comenzó la confusión: la cadena televisiva CBS aseguró que el músico había fallecido, tras confirmar la información con la policía de Los Angeles.

Tras eso, los principales medios musicales y de entretención del mundo, entre ellos Rolling Stone, NME, Variety, Entertainment Weekly, Spin y The Huffington Post replicaron la noticia publicando obituarios. Incluso leyendas como Bob Dylan y Brian Wilson emitieron mensajes de condolencias. Pero luego TMZ actualizó su información, asegurando que Petty aún "se aferraba a la vida", a pesar de estar desconectado. La policía de Los Angeles desmintió el conocer su real estado de salud y pidió disculpas públicas, generando un ambiente de incertidumbre, sin ninguna declaración oficial de la familia del cantautor de por medio.

Pero el enredo solo postergaba lo inevitable y la noticia finalmente se cumplió: Petty falleció durante la noche, a los 66 años, poniendo un final abrupto a su carrera, que seguía adelante sin señal de interrumpirse de la forma en que lo hizo.

Entre lo rebelde y el pop

El miércoles de la semana pasada Tom Petty y los Heartbreakers habían dado el último concierto de su actual gira, que desde abril recorrió Estados Unidos a modo de festejo de las cuatro décadas de carrera de la banda.

Petty se transformó en una de las últimas estrellas que dejó la música estadounidense de los años 70, iniciando su carrera en Tom Petty and the Heartbreakers con un álbum homónimo en 1976. Si bien el disco contenía el sencillo American girl, uno de los temas que sería de los más reconocibles del grupo, el conjunto gozó de mayor popularidad en Reino Unido que en su propio país.

No fue hasta su tercer disco, Damn the torpedoes (1979), con los singles Don't do me like that y Refugee, que el grupo ascendió al olimpo de la música estadounidense de la época. Durante los años siguientes llegó a vender 80 millones de discos, extendiendo su éxito y vigencia por varias décadas, gracias a éxitos como Free fallin' (1989) y Mary Jane's last dance (1993). A nivel lírico, Petty siguió la tradición de cantautores contemporáneos -sobre todo Bruce Springsteen- de centrar sus letras en el Estados Unidos profundo (y blanco), con personajes marginales y rebeldes, acompañados de una sensibilidad pop al momento de armar las melodías.

En 1988 tuvo la oportunidad de trabajar quizás con su mayor influencia, Bob Dylan, como parte del súpergrupo The Traveling Wilburys, que además conformaban otras leyendas como George Harrison, Jeff Lynne y Roy Orbison -en su último proyecto musical en vida-, con quienes publicó dos álbumes.

Tras finalizar su gira el miércoles, el músico subió a redes sociales un vídeo de agradecimiento a los fanáticos y el equipo técnico que hizo posible el tour: "Gracias a todos los que hicieron posible estos últimos 40 años. Sin ustedes no habría nosotros". Petty tenía agendados para noviembre dos conciertos como solista en Nueva York. Planes inconclusos que enlutan al rock; un género que parece no tener tregua con los finales adelantados.