Seis fechas sin caídas, sin goles en contra, con 16 puntos sobre 18 posibles. Único líder. Unión Española vive una situación impensadamente exitosa en el Transición, tras concluir quinto el Apertura 2017. Un inicio que permite recordar el brillante período que vivió entre 1973 y 1977, en el que acumuló tres coronas nacionales.
Aquel quinquenio tuvo su antecedente en los dos primeros años de los '70, cuando el vasco Abel Alonso llegó al club y lo potenció sin arriesgar las finanzas. Así, los rojos lograron dos subcampeonatos y un tercer lugar entre 1970 y 1972. En el torneo siguiente, marcado por el golpe de Estado del 11 de septiembre, los hispanos se quedarían con el campeonato, dirigidos por Luis Santibáñez y con Gustavo Ortlieb como preparador físico.
En aquel título, Unión perdió sólo una de 34 fechas y conservó un invicto hasta el 17º partido, cuando perdió por 2-1 ante Huachipato, el 25 de noviembre. El invicto acumuló 22 partidos, pues los hispanos acumulaban seis fechas imbatidos en el torneo previo.
En ese sentido, fue vital la visión de Alonso, quien contrató a Santibáñez (reemplazó a Néstor Isella) pese a que el antofagastino había cumplido una muy mala temporada en 1972 con Unión San Felipe, luego de haberlo convertido en sorpresivo campeón en 1971.
En 1975, Unión tuvo una temporada memorable: campeón nacional y subcampeón de la Libertadores, rendimiento hoy igualado sólo por Cobreloa '82 y superado por Colo Colo '91 (campeón en ambos).
El torneo más intenso de aquel período llegaría en 1976, cuando Everton (con Pedro Morales como DT) superó a los rojos en partidos de definición, luego de haber igualado en el torneo (con 53 puntos). Los viñamarinos se impusieron con un 0-0 como visita y 3-1 como local, condiciones más bien formales, pues ambos encuentros se disputaron en el Estadio Nacional, ante asistencias multitudinarias.
La venganza llegaría al año siguiente, cuando los hispanos se quedaron con la corona con dos puntos de ventaja sobre Everton, pese a la arremetida de los ruleteros, quienes ganaron sus últimos cinco compromisos.
Se trató de años de asistencia irregular a los estadios, con grandes recaudaciones en los choques de definición o internacionales, pero muy pobres en los torneos locales. Así, por ejemplo, en la Copa Libertadores de 1975 los rojos (al que accedieron por ganar la liguilla, tras ser cuartos en la fase regular) atrajeron a más de 100 mil personas en la suma de sus duelos como local ante los bolivianos Wilstermann y The Strongest. En este acápite, por cierto, la historia sí parece estar muy lejos de repetirse.