Cinco especies de tortugas marinas habitan las costas de Chile, vienen por temporadas -a alimentarse, para luego volver a sus lugares de origen en el Pacífico tropical-, y llegan incluso hasta la Región de Magallanes, aunque principalmente se quedan entre las regiones de Arica y Antofagasta. Todas están clasificadas en algún grado de peligro de extinción.
Así se desprende del último Proceso de Clasificación de Especies, liderado por el Ministerio de Ambiente (MMA), que incluyó 121 nuevos taxones nativos, con lo que logró completarse la clasificación de todos los mamíferos marinos (55) y reptiles marinos (6) que habitan el territorio.
En el caso de los mamíferos, siete de ellos están "En Peligro" o "En peligro Crítico", entre ellos el huillín (Lontra provocax) y la ballena sei (Balaenoptera borealis), pero en los reptiles, sólo la serpiente marina (Hydrophis platurus) quedó clasificada como de "Preocupación menor", pues la tortuga cabezona (Caretta caretta), la tortuga carey (Eretmochelys imbricata) y la tortuga laúd (Dermochelys coriácea) están en peligro crítico; la tortuga verde (Chelonia mydas), en peligro; y la olivácea (Lepidochelys olivácea), vulnerable. El principal peligro, explica Charif Tala, jefe del Departamento de Conservación de Especies del MMA, son las redes de pesca.
Patricia Zárate, jefa del proyecto Recursos Altamente Migratorios del Instituto de Fomento Pesquero (Ifop), señala que la pesca con palangre -una línea única ramificada con líneas de anzuelos conectadas a ella-, usada para atrapar pez espada, y con espinel, que captura tiburones y dorado, tienen impacto sobre las tortugas marinas. "También sabemos que caen en las redes de cerco.
Estamos mejorando los muestreos para contar con una base más robusta de información", dice.
Walter Sielfeld, investigador de la U. Arturo Prat, señala que en el caso de la tortuga verde, que es herbívora, su hábitat es cercano a la costa, por lo que interactúa con la pesca artesanal e industrial y muchas se ahogan. "Las otras especies de tortugas son más oceánicas e interactúan con pesquerías, palangres, grandes líneas en las que se ponen anzuelos para capturas atunes o tiburones. Estas tortugas muerden los anzuelos y si uno no las saca a tiempo se ahogan. Por lo general, cuando sacas el anzuelo se producen heridas que pueden ser mortales o quedan tan dañadas que mueren finalmente", asegura.
Zárate sostiene que la mayoría de las tortugas capturadas incidentalmente se liberan vivas, "hasta ahora tenemos pocos registros de tortugas muertas", dice. Pero agrega que en el caso de la tortuga laúd, que puede medir hasta 1,8 metros, su situación es más crítica no sólo por la pesca, sino por las amenazas en sus playas de anidación, donde todavía hay extracción de huevos y pérdida y degradación de su hábitat. "Si uno no protege ambos ambientes, no vas a lograr nunca la protección efectiva total", asegura.
Más al sur, Jorge Leichtle, académico de la Facultad de Medicina Veterinaria de la U. San Sebastián, en Concepción, señala que al año reciben entre tres y cuatro casos de tortugas oliváceas y verdes, heridas, la mayoría desorientadas por chocar con algún barco pesquero. "Llegan debilitadas a las orillas, incapaces de retomar la corriente", cuenta, las que son rehabilitadas y luego llevadas para su devolución a Antofagasta.
Algunas llegan con cuadros infecciosos, por lo que pueden pasar hasta un mes en recuperación, mientras otras no logran sobrevivir o llegan muertas.
Protección efectiva
Sielfeld sostiene que clasificar el grado de vulnerabilidad de la especie ya es una medida de protección que obliga a cumplir con condiciones, como que no se puedan molestar, cazar u obtener subproductos, como caparazones o cráneos. El problema, agrega es "cómo hacemos cumplir eso, porque Chile tiene un litoral muy extenso y es difícil".
Un campaña de difusión y capacitación a las nuevas generaciones dice que funcionaría, como en Arica, donde han tratado de hacerlo con la tortuga verde. Tramitar reservas marinas en el sector donde están las tortugas en Arica, también ayudaría. "Recientemente Juan Fernández pasó a ser área protegida, el sector Sala y Gómez, San Félix y San Ambrosio, donde son frecuentes las tortugas, funcionaría si esos lugares son protegidos efectivamente", dice.
Un tema que ya ha abordado el MMA, dice el ministro Marcelo Mena. "En este gobierno hemos realizado un avance irreversible en la conservación de nuestros océanos, porque la protección de estos ecosistemas nos permiten resguardar especies en categoría de peligro y a su vez, evitar que otras lleguen a estarlo", asegura.