Decenas de tortugas invadieron el miércoles una pista de aterrizaje del aeropuerto neoyorquino de JFK, lo que provocó retrasos en los vuelos durante cerca de una hora y media, según publica hoy la prensa local.

Al parecer se trataba de tortugas acuáticas de lomo de diamante, de una media de unos veinte centímetros de largo y un kilogramo de peso cada una, que habían salido de las aguas de la cercana Bahía Jamaica buscando un lugar para desovar.

Mientras empleados de la Autoridad Portuaria, gestora de ese aeródromo, trataban de retirarlas de la pista, algunos pilotos trataban de explicar lo que ocurría a los pasajeros para justificar que algunos aviones estuvieran esperando durante más de una hora y media, hasta que pudieron despegar de forma segura para todos.

Una vez que fueron retiradas de la pista, las cerca de ochenta tortugas, nativas de zonas pantanosas y lagunas estadounidenses, fueron llevadas en un camión de vuelta al agua.

Según datos de la Administración Federal de Aviación de EEUU (FAA), cada año entre fines de junio e inicios de julio se registra cómo algún avión atropella accidentalmente a alguna tortuga que pretende desovar por la zona, aunque no hay constancia de que ello haya dañado algún aparato.

Sin embargo, la interacción entre los aviones y la vida salvaje de los alrededores de Nueva York no siempre se ha quedado en una mera anécdota. El pasado enero, unos gansos se interpusieron en la ruta de un aparato que despegaba del aeropuerto de La Guardia, lo que inhabilitó sus dos motores.

El accidente terminó en un impresionante acuatizaje sobre el río de Hudson que elevó al piloto, Chesley Sullenberger, a la categoría de héroe nacional por haber salvado la vida de los 155 pasajeros que iban en el aparato.