Las agrupaciones de trabajadores alemanes presionan con exigencias multimillonarias a General Motors (GM) para impedir que no se desprenda de su subsidiaria Opel, según información difundida hoy en Alemania.
"Desde nuestra perspectiva no hay salvación posible para Opel si las decisiones las toman en Detroit los responsables de la mayor quiebra automovilística de todos los tiempos", dijo el sindicalista líder del distrito Frankfurt y miembro del consejo de vigilancia de Opel, Armin Schild, en declaraciones que publica al diario "Berliner Zeitung".
En vista de la falta de claridad de la situación, el personal de Opel ya no está dispuesto a hacer concesiones financieras, señaló Schild, quien echó en cara a GM posponer desde hace meses la decisión sobre la venta de la automotriz.
"Exigimos a GM que nos pague los aumentos salariales suspendidos", dijo Schild. Si GM se decide por no vender Opel y con ello ignora lo convenido, los trabajadores tampoco harán las contribuciones acordadas.
Sólo el monto de las vacaciones a las que los empleados renunciaron asciende a entre 40 y 50 millones de euros (US$57 millones y US$71 millones). A eso se agregan más de 300 millones de euros (US$428 millones) de aumentos suspendidos.
Además, el personal ya no está dispuesto a contribuir con los 1.200 millones de euros (unos US$1.700 millones) necesarios para sanear Opel en el caso de que Magna se haga cargo de la automotriz.
De acuerdo con las palabras de Schild, GM no salió en modo alguno fortalecido tras el proceso de insolvencia. "GM no está bien para nada, mediante la insolvencia no consiguió resolver uno solo de sus problemas, excepto que colocó su megadeuda sobre los trabajadores".
Quien quiera hacerse cargo de Opel debe ofrecer un plan sostenible. Y para eso se necesitan por lo menos 6.000 millones de euros (US$8.500 millones), advirtió.