Con sólo 37 años, Vincent Van Gogh (1853-1890) puso fin a su vida. Atormentado por la esquizofrenia, se disparó en el pecho mientras paseaba por la campiña francesa, la misma que inspiró gran parte de su obra. Considerado uno de los principales exponentes del postimpresionismo, el artista holandés tuvo una corta pero intensa carrera: en 10 años -entre 1880 y 1890- realizó cerca de 900 pinturas y más de 1.600 dibujos.
Gran parte de su legado aterriza por primera vez en Chile en un innovador formato: enormes proyecciones de sus pinturas se intercalan con videos y fotos de los lugares que lo inspiraron. En total, más de tres mil imágenes -dispuestas en un espacio de mil metros cuadrados- configuran un espectáculo multimedia, donde el factor sorpresa es esencial.
Con el fin de sumergir al público en el universo de Van Gogh, las proyecciones no sólo se disponen en pantallas de alta definición, sino que también en paredes, columnas, el techo e, incluso, en el suelo, animando al visitante a explorar zonas imposibles de captar en el formato del cuadro.
La muestra Van Gogh Alive se inaugura el próximo 2 de mayo en Espacio Riesco, después de haber sido vista por más de un millón de personas desde su estreno en el ArtScience Museum de Singapur. Gabriel Agosín, productor general del evento en Chile, destaca la novedad de la puesta en escena: "Las imágenes cobran vida y se toman, literalmente, todos los rincones del espacio de exhibición. Esto, acompañado de una música perfectamente sincronizada, configuran una experiencia multisensorial nunca antes vista en Chile".
Arte y tecnología
El tratamiento del color, la turbulencia y el movimiento propio de la obra de Van Gogh encajan a la perfección con el formato multimedial. De hecho, la tecnología potencia esos efectos simples y vigorosos -muy similares a las estampas japonesas- que el artista tanto admiraba. Pero eso no es todo. Esta muestra hace realidad otro de los anhelos del autor de Los girasoles: la difusión de su trabajo más allá de los ojos de los expertos.
Aunque en vida vendió un solo cuadro (El viñedo rojo, a una galerista holandesa); después de su muerte consiguió el reconocimiento unánime de la crítica mundial, batiendo récords de venta en las grandes casas de subastas. El éxito vino acompañado de una gran aceptación del público general, por lo que hoy es considerado uno de los pintores más populares de la historia.
A pesar de los constantes episodios depresivos, la fuerza de su espíritu creativo se hizo patente en sus cuadros, iluminando no sólo sus característicos paisajes (La noche estrellada, Campo de trigo con cipreses), sino también objetos humildes y cotidianos como los de su sencillo dormitorio de la ciudad francesa de Arlés (La habitación de Vincent en Arlés). Hasta los detalles más específicos de éstas y otras de sus obras emblemáticas podrán ser apreciados desde una nueva perspectiva, resultado de la fructífera unión entre arte y tecnología.