Tragedia en Bangladesh revive polémica por talleres que trabajan para marcas de ropa

Unas 80 personas permanecen atrapadas en el derrumbado Rana Plaza, donde murieron al menos otras 324. Las autoridades sostienen que no tienen personal para fiscalizar ni las condiciones laborales ni la construcción de edificios.




Los esfuerzos de los rescatistas bengalíes que trabajan a contrarreloj en el derrumbado edificio Rana Plaza de Savar, en la periferia de Dacca, donde hasta el miércoles por la mañana funcionaban decenas de fábricas de ropa, dieron ayer frutos. Unas 130 personas fueron encontradas con vida -80 de las cuales no han sido rescatadas- entre las ruinas de la construcción de ocho pisos que se vino abajo por fallas estructurales cuando en su interior habían 3.122 trabajadores, según cálculos de la Asociación de Fabricantes y Exportadores de Ropa de Bangladesh (BGMEA). El último reporte oficial cifra en 324 los muertos, en más de 1.000 los heridos, y en más de 90 los sobrevivientes rescatados.

Las autoridades informaron, además, que fueron arrestados Bazlus Samad y Mahmudur Rahman Tapash, director gerente y presidente del directorio, respectivamente, de la empresa de ropa New Wave Apparels Ltd.

Además, fue detenida la esposa de Mohammed Sohel Rana, propietario del edificio derruido, para interrogarla.

El alto número de fallecidos se suma a los más de 200 obreros de la industria textil muertos en los últimos seis meses por incendios que arrasaron con las fábricas en las que trabajaban. Así, la tragedia que enluta a Savar ha reflotado la polémica sobre las condiciones de trabajo de las fábricas de confecciones que abastecen a varias compañías occidentales. Hasta ayer, tanto la marca de ropa española Mango como la cadena irlandesa de tiendas de moda Primark (del grupo Associated British Food) habían confirmado que en el Rana Plaza funcionaban talleres a los que les solicitaron pedidos; los posibles vínculos de Walmart (Estados Unidos) y Carrefour (Francia) están siendo investigadas luego de que entre los escombros se encontraran etiquetas de prendas comercializadas por ambas compañías, informó la agencia France Presse.

El principal atractivo para adquirir productos "Made in Bangladesh" radica en el bajo costo de producción de una industria textil que en tan sólo 30 años se ha transformado en la segunda más grande del mundo, después de China. El salario mensual promedio es de US$ 37 de acuerdo con The New York Times, que destaca que hay ambigüedad en la edad legal para trabajar en un taller de ropa, dado que algunos sostienen que es 18 años y otros 16 años. Pese a los bajos sueldos este es un mercado laboral en crecimiento. Según datos de la BGMEA, entre 1983 y 1984 había menos de 200 mil bengalíes elaborando ropa, lo que entre 2010 y 2011 se elevó a cuatro millones. La mayoría de los operarios son mujeres, que gran parte del tiempo trabajan más horas de las ocho contractuales, sobre todo al haber un pedido importante.

Al hablar de dinero los números lucen mucho mejor, dado que si en 1985 las exportaciones eran de menos de US$ 1.000 millones, en 2012 estas alcanzaban los US$ 24 mil millones. En el período 2011 y 2012 el principal mercado fue la Unión Europa con US$ 11.376 millones, seguido de EE.UU. (US$ 4.529 millones. Entre los grandes compradores el único latinoamericano que aparece en la lista es Brasil, con US$ 128 millones.

El desplome del Rana Plaza podría haberse evitado si los dueños de las fábricas hubiesen escuchado a quienes el martes advirtieron de grietas en la estructura del inmueble. La mala construcción, la ausencia de planes de evacuación y sistemas de seguridad en caso de incendios son falencias que se repiten en un alto porcentaje de los más de 4.000 talleres de confección bengalíes. Un experto comentó a la agencia Dpa que los costos de edificación se reducen con la utilización de acero más barato para las vigas o al mezclar el cemento con más arena. En su defensa, las autoridades dicen no dar abasto para fiscalizar que se cumplan las normas.

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