Theodore Twombly quiere actualizar el sistema operativo que maneja la agenda de su casa, de sus deberes diarios y de su trabajo. Melancólico por naturaleza, acaba de ser abandonado por su esposa y echa de menos las voces femeninas en su oído. Una mañana, una de aquellas voces lo despierta y corresponde a Samantha, su nuevo programa computacional doméstico. Contra sus propios instintos, Theodore comienza a creer que esta chica artificial puede tal vez ser mejor que su vieja historia de amor. Contra cualquier lógica, Samantha seducirá involuntariamente a Theodore Twombly.
Esta improbable historia de amor entre un humano y una máquina es, a grandes rasgos, la propuesta de Ella, la nueva película de Spike Jonze. El director estadounidense, que llevaba una década ausente de los multicines locales y cuya cinta Dónde viven los monstruos (2009) se dio esporádicamente en el Festival UC 2010, ha logrado algunos de los mayores elogios de su carrera por esta fábula de ciencia ficción. Con estreno programado en Chile para el 27 de febrero, Ella ganó hace dos semanas dos premios significativos en el camino al Oscar: el National Board of Review a la Mejor Película del 2013, que agrupa a críticos y académicos de todo EE.UU., y el galardón de la Asociación de Críticos de Los Angeles, que compartió junto a Gravedad. También, hace una semana y media, fue nominada a tres Globos de Oro, incluyendo Mejor Película y Mejor Actor.
La historia tiene conexiones con I'm here, cortometraje de media hora que Jonze filmó en el 2010. En ese trabajo relataba la relación afectiva entre dos androides en una ciudad donde conviven los robots con los humanos no precisamente en igualdad de condiciones.
Ahora, en Ella la ciudad sigue siendo Los Angeles, pero en un futuro indeterminado. Ya son pocos los que se desplazan en automóvil y, por el contrario, los trenes metropolitanos recorren la ciudad de punta a rabo. En ese nuevo paisaje urbano, Jonze va contando la historia de Theodore (Joaquin Phoenix), quien irónicamente se dedica a escribir cartas de amor en una empresa del rubro de las felicitaciones y los buenos deseos de los días de fiesta.
Con la memoria atiborrada de recuerdos de su ex esposa (Rooney Mara) y con tímidas intenciones hacia una compañera de trabajo (Amy Adams), Theodore adquiere este nuevo programa llamado Samantha. Según su publicidad, es "el primer sistema operativo con inteligencia artificial... alguien que conscientemente te conoce".
Diseñado para ser intuitivo y adecuarse a las singularidades de cada cliente, Samantha es poco a poco la mejor compañía de Theodore: le gasta bromas, ríe con los chistes de su dueño, simula sexo por teléfono, lo aconseja para encontrar nuevas parejas, lo consuela, y, en un momento espeluznante, deja de parecer una máquina.
LA VOZ
Uno de los premios curiosos del National Board of Review fue el de Mejor Actriz. No fue ni para Cate Blanchett por Blue Jasmine ni Jennifer Lawrence en Escándalo americano. Recayó, como excepción, en Scarlett Johansson. Específicamente para su voz por el personaje del computador Samantha.
Grave y sinuosa, la expresión vocal de Johansson fue descrita por Kenneth Turan, de Los Angeles Times, como "un trabajo excepcional, clave para la transición entre máquina y humano... una nueva persona cuya calidez y alegría es contagiosa".
En la tarea de dar con la voz perfecta del personaje, Jonze llegó incluso a prescindir de todo el trabajo previo hecho por la británica Samantha Morton, la primera actriz en el rol. "En algún momento me di cuenta que algo no funcionaba y así fue como llegamos a Scarlett Johansson, quien hizo todo el doblaje otra vez", explicó Jonze a Indiewire.
Perfeccionista y con apenas tres largometrajes anteriores en el cuerpo, el director de ¿Quieres ser John Malkovic? tardó cerca de dos años en hacer Ella. Era, además, su primer guión original tras dos filmes escritos por Charlie Kaufman y otro basado en el relato infantil de Maurice Sendak. A la hora del montaje todo se complicó y Jonze terminó con tres horas de película. La solución fue encontrar al hombre adecuado y aquel fue el director Steven Soderbergh. El propio Jonze detalló el procedimiento a The New York Magazine: "Soderbergh es el cineasta y montajista más rápido y listo que conozco. Le pasamos la película un jueves y en un día la redujo a 90 minutos".