El viernes, y en pleno Oktoberfest, la Canciller alemana Angela Merkel se trasladó a Munich, capital de Baviera, para rematar su campaña con miras a los comicios de hoy, en los que apuesta por su tercera reelección para un cuarto mandato. Pero aunque la líder de Alemania, de 63 años, cuenta desde hace semanas con todas las encuestas a su favor, no se salvó de ser abucheada por algunos grupos de ultraderecha que levantaron carteles con las consignas "Merkel odia a Alemania".

La escena coincide con una de las escasas sorpresas que podrían traer estos comicios: la posible llegada del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) al Parlamento, lo que se transformaría en uno de los pocos obstáculos para la Canciller, que asumió el poder en 2005. Esto, porque los sondeos auguran hace meses que Merkel logrará una cómoda ventaja.

Según los últimos sondeos, el bloque conservador de la Canciller sacará una holgada diferencia frente a su rival directo, el Partido Socialdemócrata (SPD) de Martin Schulz. Un sondeo de Politbarometer difundido la noche del jueves por la televisión pública ZDF, pronosticó que la Unión Cristianodemócrata (CDU) y su socio bávaro, la Unión Socialcristiana (CSU) obtendrán un 36% de los sufragios. En segundo lugar quedaría el SPD con un 21,5% de los votos, lo que supondría su peor resultado electoral desde 1949.

A pesar de que casi no hay dudas de que Merkel se impondrá, la canciller se movilizó hasta el último minuto. Esto, porque los sondeos también entregan un componente de preocupación, ya que la cifra acerca a la coalición oficialista a su peor resultado de la historia: 35,1% en 1998.

De todas formas la atención ha estado más centrada en los partidos más pequeños. Ya que las encuestas pronostican hace meses que los primeros dos puestos están prácticamente asignados, la competencia más dura se dará entre los que aspiran a obtener el tercer lugar, clave en las formaciones futuras de gobierno.

¿Nuevo escenario?

Según el sondeo de Politbarometer, la ultraderecha (AfD) obtendría el tercer lugar, con un 11% de las preferencias, seguido por el Partido Liberal (10%), La Izquierda (8,5%) y Los Verdes (8%).

El AfD ha centrado sus ataques contra los musulmanes y los migrantes. Pero así y todo, el partido de carácter nacionalista podría entrar al Parlamento alemán por primera vez, algo inédito para un conglomerado de este tipo desde 1945. En las elecciones generales de 2013, quedaron solo unas décimas por debajo del 5% de los votos que se exige como mínimo para obtener escaños. Pero el partido no es el mismo que hace cuatro años, cuando se sustentaba en una esencia euroescéptica. La crisis migratoria de 2015 le dio nuevos aires y un discurso xenófobo que captó un voto de protesta frente a la entonces cuestionada política de "brazos abiertos" de Merkel.

Los 1,3 millones de refugiados que han llegado a Alemania desde 2015 han sido el gran tema de fondo de la campaña electoral. A pesar de que la canciller da por superada la crisis, que en su momento puso en jaque su gobierno, los candidatos siguen poniendo este tema sobre la agenda.

El debate migratorio también ha sido una de las banderas de AfD, cuyo vicepresidente, Alexander Gauland, aseguró que el país no puede "dar asilo a todas las miserias de este mundo", sino que lo que hay que hacer es "defenderse de invasiones" y de personas de culturas "ajenas".

De cumplirse los pronósticos, la AfD en ningún caso será parte del gobierno. Merkel descartó gobernar con ningún partido extremo, lo que excluye tanto al partido ultraderechista como también a La Izquierda. A la canciller le quedarían entonces dos opciones: una gran coalición con los socialdemócratas o una alianza con el partido liberal FDP -que podría volver al Bundestag luego de quedar fuera en 2013- y con Los Verdes.

En esta última opción, sin embargo, se augura una complicada negociación por las diferencias entre los programas de los partidos más pequeños.

Los candidatos se abocaron en los últimos días a la caza de los votantes indecisos y ayer cerraron sus campañas. Según el diario El País, el 46% de los 60 millones de ciudadanos alemanes que conforman el padrón electoral no sabe por quién o por qué votar. Esta cifra, según los expertos, podría adelantar una abstención elevada y también generar algunas sorpresas en los resultados.