Tras 20 años desde que comenzó su desarrollo y un costo de 8,8 mil millones de dólares, finalmente el telescopio espacial más grande del mundo ya se encuentra completo y listo para ser lanzado.

Se trata del James Webb Space Telescope, sucesor del Hubble que con sus 18 grandes espejos buscará observar el universo infrarrojo como nunca antes se ha hecho.

"Hoy estamos celebrando el hecho que nuestro telescopio está terminado y nos encontramos a punto de demostrar que funciona", señaló John Mather, astrofísico y científico senior del proyecto. "Luego de dos décadas de innovación y trabajo duro, éste es el resultado: estamos abriendo un nuevo territorio de astronomía".

El telescopio, 100 veces más potente que el Hubble, se diferenciará de éste por dos razones principales: será el mayor telescopio de espejo en el espacio, cubriendo siete veces el área de recolección de su antecesor; y está diseñado para recoger la luz infrarroja, un aspecto débil en el Hubble debido a que emite su propio calor y obscurecería las lecturas de este tipo.

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El James Webb funcionará cerca del cero absoluto en temperatura y reposará en un punto en el espacio llamado Lagrange Point 2, ubicado a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, directamente detrás desde la perspectiva del Sol. Así, el planeta puede proteger el telescopio de las emisiones infrarrojas del astro, y el protector solar puede proteger al telescopio del calor de ambos cuerpos.

La vista infrarroja del telescopio atravesará el polvo cósmico para revelar las primeras galaxias del universo (cerca de 13,5 mil millones de Kms.) y espiar los nuevos sistemas planetarios, así como analizar las atmósferas de exoplanetas que pasan frente a sus estrellas, buscando signos de vida. Es tan sensible en cuanto a la luz y el calor, que podría ver a una abeja posada en la superficie de la Luna.

De acuerdo a la Nasa, las pruebas siguientes implican el soporte del ruido y movimientos pertenecientes al lanzamiento, su enfoque y su ensamblaje final. Todas estas pruebas deben ser lo más rigurosas posible, ya que a diferencia del Hubble, el nuevo telescopio no puede ser reparado y reorientado en órbita por misiones espaciales.

Además, está contemplado que sea golpeado por escombros espaciales en el transcurso de su vida útil, y está diseñado para funcionar con pequeños agujeros en sus espejos.

El aparato posee un espejo de 6,5 metros de diámetro, demasiado grande para ser lanzado totalmente extendido, por lo que se desplegará en el transcurso de dos semanas una vez que se encuentre en el espacio. Después se extenderá el escudo solar, se enfriará y se centrará para buscar sus objetivos.