Se acercaba a "paso firme" a cumplir una de las tantas promesas que hizo en 2008: mantenerse en el poder en Zimbabwe hasta los 100 años. Robert Mugabe, de 93 años y que gobierna a sus anchas desde 1980, no sólo es el mandatario más longevo del mundo, sino que es prácticamente el único que ha conocido su país desde la independencia. Es también el último de los líderes del periodo de post-colonial que aún gobierna. Pero sus días en la Presidencia estarían llegando a su fin.

Luego de 37 años al mando de Zimbabwe, el regimen de Mugabe tenía anoche las horas contadas después de que las Fuerzas Armadas, encabezadas por el Ejército, se rebelaran y lo pusieran bajo arresto, al igual que a varios de sus ministros.

Harare, la capital del país, funcionaba con normalidad a que pesar de que los militares tomaron el control de los medios estatales y bloquearon las calles de las oficinas gubernamentales, el Parlamento y los tribunales. "Esto no es una toma militar del gobierno. Lo que estas fuerzas quieren es pacificar una situación degenerada política y socialmente en nuestro país que, si no es tomada en cuenta, podría resultar en un conflicto violento", aseguró un portavoz militar, en el único mensaje oficial tras la toma.

Más que un golpe de estado, la intervención habría estallado por el debate sobre la sucesión del mandatario. Las tensiones ya habían escalado la semana pasada, cuando Mugabe destituyó a su Vicepresidente, Emmerson Mnangagwa -un veterano de guerra y hombre clave del partido oficialista- quien aspiraba a sucederlo en el cargo en las elecciones presidenciales de 2018 y a las que el Presidente también aspira.

Esa decisión no buscó otra cosa que pavimentarle el camino a Grace Mugabe (52), la esposa 40 años menor del mandatario y que se pensaba podría tomar las riendas del país en un futuro.

Mugabe llegó al poder en 1980 como un héroe de la independencia y con la promesa de un reparto más equitativo de la riqueza. En ese momento, la comunidad internacional lo vio con buenos ojos. Mugabe tomó el mando del país tras el fin de la antigua Rodesia, una colonia británica gobernada por una minoría blanca, por lo que su discurso de unidad y reconciliación le trajo varios elogios.

Pero su imagen dentro y fuera de su país empezó a cambiar décadas después. El mandatario fue acusado de recurrir una y otra vez a a fraudes electorales para perpetuarse en el poder y de reprimir con mano dura a sus opositores.

Uno de los puntos más negros de su historia política fueron los comicios de 2008, cuando aseguró que "sólo Dios" podría alejarlo del poder, mientras al menos 200 seguidores del opositor Movimiento por el Cambio Democrático (MDC) eran asesinados. El país se volcó entonces a las calles, desatando una ola de violencia.

Hijo de una profesora y un carpintero, Mugabe nació en Harare, en 1924. Se convirtió en profesor y estudió varias carreras, entre éstas derecho, por correspondencia. A los 36 años optó por la política al unirse a los movimientos independentistas. Pero aquello le costó 10 años en prisión, tras ser encarcelado en 1964. Luego tuvo que vivir en el exilio en el vecino Mozambique.

En las primeras elecciones de 1980 se convirtió en primer ministro, cargo que fue reemplazado en 1987 por el de Presidente. Desde entonces se mantiene en el poder tras una serie de elecciones que han sido criticadas por su dudosa transparencia.

A Mugabe se le atribuye también el rápido deterioro económico que ha tenido Zimbabwe en los últimos años. El mandatario heredó un país próspero que se conoció como "la joya de Africa" y que en ese entonces era considerado como uno de los grandes motores económicos del continente.

Pero casi 40 años después, el país sufre las consecuencias de una mala gestión económica y de la corrupción, que penetra en los círculos más altos del poder. La economía de Zimbabwe es hoy una de las más precarias del mundo, con un 90% de desempleo y una galopante hiperinflación.

Su sucesión era hace rato uno de los temas que generaba más divisiones entre la población de Zimbabwe. Según el diario The New York Times, sus ex aliados y la oposición se encontraban negociando su futuro, mientras que Grace Mugabe estaría fuera del país.

Uno de los problemas más inmediatos es que pese a los cuestionamientos, Mugabe aún conserva apoyo, especialmente en las zonas rurales del país.