La brusca depreciación del peso mexicano en los últimos meses y el fuerte ajuste en las tarifas de las bencinas aplicado a comienzos de año -conocido como "gasolinazo"- provocó que los precios anotaran su mayor alza en 21 años, lo que a su vez llevó a que el banco central subiera las tasas de interés para contener las expectativas de inflación.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía informó ayer que el Índice Nacional de Precios al Consumidor llegó a 4,72% en enero, su nivel más alto desde septiembre de 2012 y la primera vez que supera el rango meta de entre 2% y 4% en dos años. El avance de 1,36 punto porcentual respecto de la lectura de diciembre corresponde al salto más pronunciado desde fines de 1995, cuando el indicador se disparó 3,51 puntos.
El dato se vio impulsado por los precios energéticos, que se incrementaron 16,31% anual luego de que el gobierno dispusiera aumentar en 14% los precios máximos permitidos de las bencinas a partir del 1 de enero como parte del proceso de liberalización de ese mercado.
Por su parte, la inflación subyacente -que excluye las volátiles categorías de alimentos y energía- escaló desde 3,4% anual a 3,8%, su máximo desde junio de 2010, lo que refleja los mayores pecios de las importaciones dada la debilidad del peso mexicano.
"Con todo, este es un mal inicio de año", aseguró en un informe Andrés Abadia, economista para América Latina de Pantheon Macroeconomics. El experto agregó que "las crecientes expectativas de inflación, junto con el efecto rezagado de la depreciación del peso mexicano, sugieren que la inflación tiene más espacio para subir, antes de que el débil crecimiento económico y una política monetaria más ajustada reduzcan la presión inflacionaria en la segunda mitad del año".
Ajuste monetario
Cinco horas después de que se conocieran las cifras, el Banco de México (Banxico) elevó las tasas de interés en 50 puntos base hasta 6,25%, su máximo desde marzo de 2009. Esta fue la cuarta alza consecutiva.
A través de un comunicado, el organismo emisor explicó que la maniobra busca "evitar contagios al proceso de formación de precios en la economía, anclar las expectativas de inflación y reforzar la contribución de la política monetaria al proceso de convergencia de la inflación a su meta".
La entidad liderada por Agustín Carstens adelantó que monitoreará muy de cerca la evolución de los factores que determinan la inflación y sus expectativas de mediano y largo plazo -especialmente el traspaso de la variación del tipo de cambio y de las cotizaciones de las gasolinas al resto de los precios-, así como la posición monetaria relativa entre México y Estados Unidos y la trayectoria de la brecha del producto.
El mercado proyecta que la entidad continuará restringiendo su política hasta llegar a 7%, aunque algunos, como Société Générale, estiman que su reacción será mucho más agresiva, llevando los tipos a 7,75% a fines de año.
"Creemos que el Banxico no tendrá más remedio que subir las tasas para prevenir la inestabilidad financiera", aseguraron los expertos del banco francés en un informe publicado ayer.