Las tensiones crecieron con Corea del Norte, el huracán Harvey azotó Texas, se elevaron las fracturas con sus correligionarios por no condenar a supremacistas blancos y se deshizo de uno de sus asesores más emblemáticos, Steve Bannon. Además, amenazó con cerrar el gobierno federal si el Congreso no financiaba el muro en la frontera con México y culpó a senadores republicanos por el estancamiento de su agenda. Para el Presidente Donald Trump, agosto estuvo cargado de eventos clave y escándalos. Y septiembre no ha sido distinto.

"Trump pasó el receso de agosto haciendo una guerra contra su propio partido, y ahora ambas partes podrían sufrir", dijo el periódico New York Daily News. Por eso, luego de un final de verano cargado de crisis, el otoño que se le viene al Presidente norteamericano no luce mejor.

Trump no sólo está afrontando un duro momento por la destrucción que dejó el huracán Harvey tras su paso por Texas hace dos semanas y por Irma, que provocó importantes destrozos en Florida, sino que aún le quedan serios desafíos por delante. No obstante, el mandatario cuenta a su favor la buena impresión que dejó tras su reacción ante los daños de los ciclones. Esto, ya que rápidamente declaró zona de catástrofe en Florida y visitó los lugares afectados, tanto en Texas como en Florida.

"Será un septiembre ocupado", reconoció a fines de agosto la vocera de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders. Según asesores del mandatario, este mes sería "brutal, malo y fuerte" debido a una "confluencia de temas complicados", explica el portal Politico. Todo esto, cuando Trump tiene sólo un 37% de aprobación, según Gallup.

Tras sus vacaciones en agosto en Nueva Jersey, Trump llegó firme a Washington. El 5 de septiembre, anunció que eliminaría el DACA, el programa que beneficia a 800.000 jóvenes indocumentados que llegaron durante su infancia al país, pero que no cuentan con permiso de residencia, los llamados dreamers. El mandatario les dio seis meses a los legisladores para que busquen un plan para reemplazarlo.

Pero en una movida inesperada, la semana pasada anunció que trabajará con los demócratas para llegar a un acuerdo sobre los dreamers. A pesar de que el jueves negó esa versión, el viernes aseguró en Twitter que estaba "bastante cerca" de concretar un pacto con sus rivales y que éste no incluiría fondos para el muro en la frontera con México. Trump anunció que el muro "vendría después", lo que no cayó bien entre los republicanos.

"El Presidente entiende que tiene que trabajar con las mayorías del Congreso para llegar a cualquier solución legislativa", dijo el líder de la Cámara de Representantes, Paul Ryan. Según The New York Times, muchos republicanos temen que ahora se desvíe de unas de sus promesas de campaña, la construcción del muro, y firme una ley escrita por los demócratas, lo que enfurecería a muchos votantes conservadores.

Diferencias

Las últimas acciones de Trump han profundizado las diferencias que existen entre el mandatario y los líderes republicanos, lo que podría hacer "más difícil la aprobación de temas clave de la agenda", señala CNN. Entre éstos, la reforma fiscal, uno de los mayores triunfos legislativos que espera alcanzar el Presidente este año, al igual que reemplazar el Obamacare, el sistema de salud impulsado por su antecesor en 2012, algo que no ocurrió. Según la prensa estadounidense, la lucha por suplir la asistencia sanitaria tomó tanto tiempo, que el Congreso no tuvo tiempo para enfocarse en otras prioridades, como la discusión por la infraestructura o incluso la misma reforma fiscal.

Uno de los temas más complicados que enfrentaba Trump este mes era la negociación del techo de la deuda y el presupuesto para el año fiscal. Esto, porque el 30 de septiembre concluía el plazo para elevar el techo de la deuda y para financiar el gobierno para el próximo año fiscal.

Pero, al igual como lo hizo con los dreamers, el gobernante selló un acuerdo con los demócratas. En un impredecible giro, Trump autorizó US$ 7.850 millones en apoyo a los damnificados del huracán Harvey a cambio de extender tres meses el techo de deuda federal y así evitar el cierre parcial del gobierno. Es decir, el 15 de diciembre se tendrá que volver a negociar sobre el tema y el próximo presupuesto, justo antes del receso de Navidad. Los republicanos buscaban que los demócratas aprobaran el nuevo techo de la deuda por el mayor tiempo posible (18 meses) pero, inesperadamente, Trump cedió antes.

Además, los demócratas han dejado claro que votarán contra el plan de gasto de Trump si incluye fondos para el muro. La administración ya cedió en mayo a las negociaciones sobre el presupuesto del actual año fiscal. Ese escenario podría repetirse en diciembre.

Reforma fiscal

Se espera, que además de estos temas, también se discuta -de aquí a fin de mes- la reforma fiscal. Trump deberá encontrar consenso en las filas de su propio partido para que avance.

El Presidente prometió la "mayor reforma fiscal en la historia de Estados Unidos" y está intentando que vea la luz rápido. Paul Ryan anunció que esperan tener un borrador del texto a finales de mes. Si se cumplen los plazos, se estima que el plan puede estar completo a mediados de octubre y que sea aprobado a fin de año. Si se llegara a aprobar, sería el primer gran triunfo del mandatario desde que llegó a la Casa Blanca.

Washington ha dicho que la reforma fiscal incluirá el "mayor recorte de impuestos en la historia de EE.UU.", y que será beneficioso para la clase media. No obstante, es visto como una reforma a favor de las rentas más ricas, que se verán altamente favorecidas.

En el plano internacional, el régimen de Kim Jong Un persiste en provocar a Trump con sus pruebas nucleares y de misiles de largo alcance. Al Presidente republicano se le comienza a agotar la paciencia, pero el escenario de una acción militar, que está sobre la mesa, parece improbable, al menos por ahora. Pero con Trump todo puede pasar.