Con un millón de millones de toneladas métricas de peso, el iceberg A68, que se desprendió ayer desde la plataforma Larsen C, en la Península Antártica, no es el más grande que ha salido del continente blanco, pero sí el más monitoreado.

Desde 2010, una parte de la plataforma, ubicada en la costa oriental de la península, mostraba claramente una grieta, vista desde imágenes satelitales -aunque hay imágenes de ella desde los años 60-, pero en 2014 comenzó a avanzar aceleradamente. En enero de este año ya había recorrido 175 km, y desde entonces se especulaba sobre cuánto tardaría en completar los 20 km restantes para desprenderse y soltar un gigantesco iceberg de 5.800 km2 de superficie, uno de los más grandes de la historia. Finalmente, ocurrió.

No es posible saber el momento exacto de la ruptura, sólo que fue entre el lunes 10 y este miércoles, ya que no se tienen imágenes satelitales diarias. Investigadores del proyecto Midas, de la U. de Swansea, en Reino Unido, que lo monitorean desde 2014, anunciaron que el iceberg ya está libre, restando un área de más del 12% a la plataforma Larsen C, la cuarta más grande del continente blanco, y haciendo que el paisaje de la Península Antártica cambie "para siempre".

A pesar de lo espectacular del evento, a los científicos les sorprende el nivel de interés en lo que ellos señalan que es una ocurrencia rara, pero natural, según escribió Adrian Luckman, líder del proyecto Midas en The Conversation. "La ruptura de Larsen C y el 'parto' del iceberg no es una advertencia de un aumento inminente del nivel del mar, y cualquier vínculo con el cambio climático está lejos de ser sencillo", aseguró.

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Imagen de la fractura capturada por el satélite Sentinel 1.

Imagen de la fractura capturada por el satélite Sentinel 1.[/caption]

Adam Booth, profesor de exploración geofísica en la U. de Leeds (Reino Unido) y parte del equipo Midas, señala que, desde la perspectiva glaciológica, más importante que el desprendimiento es la vulnerabilidad a la que ahora está expuesta la plataforma, que podría colapsar, como ya lo hicieron sus vecinas Larsen A y B, en 1995 y 2002, respectivamente.

"Es posible que Larsen C esté menos estable, aunque cualquier colapso futuro todavía puede estar a años de distancia. El asunto importante es que si las plataformas flotantes colapsan, sus glaciares tributarios son más propensos a acelerarse y ahí es cuando podemos ver más aumento del nivel del mar", explica a La Tercera.

Según los investigadores es temprano para culpar directamente al cambio climático, pues hay imágenes satelitales de los años 80 que muestran la fisura y no hay evidencia directa que vincule su crecimiento al calentamiento atmosférico, lo que sí ocurrió con las plataformas Larsen A y B.

Booth indica que actualmente parece no haber una correlación directa entre el comportamiento de la grieta y alguna señal climática. "Hay otras partes de la plataforma, por ejemplo, sus entradas aguas arriba, que parecen responder a las fluctuaciones de temperatura, pero el progreso de la grieta en sí no muestra una relación similar", asegura.

Paul Holland, experto del British Antarctic Survey (BAS), explica que el desprendimiento de icebergs es una parte normal del ciclo de vida de las plataformas de hielo de la Antártica. "Este iceberg es un ejemplo muy grande y por eso es inusual", dice a La Tercera.

Los científicos han estado observándolo, porque supone una amenaza de colapso a la plataforma, agrega. "Sin embargo, nuestra mejor estimación es que el iceberg que se ha desprendido ha dejado la plataforma Larsen C en un estado estable y, por lo tanto, en equilibrio no debemos preocuparnos por la estabilidad de la plataforma", dice. Pero como la comprensión de la estabilidad de la plataforma de hielo no es perfecta, seguirán observándola para detectar cualquier signo que pudiera significar un nuevo desprendimiento de témpanos.

Andrés Rivera, glaciólogo del Centro de Estudios Científicos (Cecs) de Valdivia, indica que las imágenes satelitales muestran pequeñas grietas en la parte norte de Larsen C que podrían dar origen a pequeños desprendimientos, pero ningún modelo muestra un colapso de la plataforma en el corto o mediano plazo.

"Es muy importante reconocer que no hay plataformas de hielo que estén en peligro de colapso inmediato, ni siquiera Larsen C", dice Booth. Cualquier colapso de la plataforma, insiste, sería en muchos años. "El agrietamiento y generación de icebergs parece ser parte natural de la vida en la Antártica, y aún necesitamos comprender mejor los procesos que guían a un colapso", sostiene.

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El trayecto

¿Hacia dónde debería dirigirse el iceberg ahora? Holland señala que los icebergs previos que se han producido en la región se han dirigido hacia el Paso Drake -tramo del océano que divide a la Antártica del continente americano- y después al norte y al este. El iceberg más grande de la era satelital, por ejemplo, llamado B-15, tenía 11.000 km2 de superficie, se desprendió en el año 2000 desde la plataforma Ross y algunos de sus fragmentos pasaron por Nueva Zelandia seis años después.

"Este iceberg es bastante grueso (200 m) y podría quedar atrapado en el lecho marino durante algún tiempo durante su viaje", dice Holland. Lo mismo sostiene Rivera. "Por sus dimensiones, es muy probable que se desplace a muy baja velocidad y eventualmente quede muy cerca de donde está, incluso por años", dice. Si no queda atrapado, como ha ocurrido con otros icebergs, el hielo marino también puede dificultar su avance, pero también puede fragmentarse, aunque, de cualquier forma, su camino siempre sería hacia el Atlántico.