MARIA EUGENIA ZUNINO
Su padre, el empresario Italo Zunino, se retiró voluntariamente de los negocios hace unos años. Para entonces, la familia ya llevaba más de una década y media preocupada del tema de la sucesión en sus empresas, la mayor de las cuales es Maderas Cóndor, productora de astillas y trozos de madera que exporta a Japón, China y Europa, y que maneja 120 mil hectáreas en el sur, 30 mil de pino y eucaliptus, cuenta la abogada María Eugenia Zunino.
El primer intento de conformación de un consejo familiar no dio resultados. "Nos equivocamos, mezclamos muchas cosas", recuerda. El segundo fue exitoso. Hoy en el consejo, donde ella se desempeña como secretaria, participan sus padres y sus cinco hermanos, quienes se reúnen tres veces al año para tratar temas propios del gobierno familiar.
Su mayor preocupación hoy tiene que ver con la proyección futura de este grupo agrícola y forestal, que también se dedica a la engorda de ganado, la producción de nueces y de aceite bajo la marca Nova Oliva, en alianza con otras dos familias. "La tercera generación creció y comenzó a quedar fuera del negocio", explica. Para solucionarlo, idearon dos caminos. El primero, hacer anualmente una visita a distintas instalaciones de la firma. "Este año, partieron 35 en un bus hacia el puerto de San Antonio, donde visitaron un barco de carga con productos nuestros", relata.
La segunda vía son las pasantías en áreas industrial, forestal y comercial, dirigidas a los miembros de la tercera generación que hoy están en la universidad. "Son trabajos a nivel de obrero: cosechar bosques o medir cargas, por ejemplo. Luego de eso tienen que preparar un informe y presentarlo en la reunión anual. La idea es que sean accionistas responsables a futuro", agrega.
BERNARDITA PEREZ CRUZ
Los Pérez Cruz conforman una extensísima familia de 11 hermanos, 52 sobrinos y 24 nietos, presente en el sector energético a través de CGE, Metrogas y Gasco, y que también invierte en el ámbito agrícola, con la viña que lleva su apellido, y ganadero, con cerca de 5.500 cabezas de vacuno para engorda. Hace 14 años que están organizados y tienen su propio protocolo. "La Biblia", como la define Bernardita Pérez Cruz, quien encabeza desde hace cinco años el consejo familiar. De esta forma, trabajan de manera ordenada y sin problemas. "No se nos ha hecho difícil cumplir con lo que tenemos. La entrada a las empresas, por ejemplo, está reglada", dice.
Además del gobierno interno, los Pérez Cruz se dividen en distintos comités directivos -vitivinícola, de inversiones, agrícola y de eventos, entre otros-, donde trabajan con el experto de cada área. Una vez al año hacen una gran asamblea familiar en un lugar fuera de Santiago. Se reúnen ahí todos, incluida la cuarta generación, y se hace un resumen de las actividades del año, el balance de los negocios y se invita a exponer a los gerentes generales de las empresas que manejan.
No es lo único. Entre las 9 de la mañana y las 19 horas, el programa incluye además competencias y charlas motivacionales -la sicóloga Pilar Sordo y el economista Sergio Melnick han sido invitados al encuentro- y el testimonio de algún integrante del clan. "Desde los 15 hasta los 85 años, se mezclan todos para que compartan", relata. Con el tiempo han ido revisando sus reglas. El protocolo familiar, por ejemplo, fue actualizado hace cinco años. El balance, explica, es bueno. "Tenemos claro que somos familia y propiedad. Y hemos tenido éxito en todo lo que hemos emprendido", afirma.
MARIA PIA SANTA CRUZ
Los Santa Cruz Negri, socios de Lipigas, ABC-Din, la pesquera Blumar (ex El Golfo), Limagas (Perú), Arboris (en EEUU) e Idea Inmobiliaria, entre otras, tienen claramente establecido un protocolo que fue completado hace tres años y que regula la forma en que los integrantes de la familia pueden participar en los diferentes negocios del grupo. De partida, afirma María Pía Santa Cruz, quien está a cargo de los asuntos de la familia, no hay para ellos reservados cargos ejecutivos. "Como somos muchos, la familia sólo puede participar, en general, a nivel de directorios", afirma esta empresaria, directora del holding familiar Inversiones Santegri, quien, al igual que sus tres hermanos, también desarrolla emprendimientos en forma independiente. En el caso de ella, en el rubro de la producción de alimentos semi elaborados para pastelería, en el sur.
Su forma de "encantar" a los sucesores para que conozcan y aprecien los negocios familiares, explica, es incorporándolos a la asamblea que anualmente preparan, que ya va en la tercera versión. También diseñaron para ellos un sistema de incentivos a través de la denominada "Beca Santegri", una suerte de fondo de capital de riesgo exclusivamente dirigido a la tercera generación. A él aportan todos los hermanos, y es el vehículo para entregar a los hijos -y también a sus cónyuges- la posibilidad de estudiar y perfeccionarse en Chile o en el extranjero.
En cuanto a la propiedad, afirma, existe un acuerdo entre los hermanos para no disminuir la presencia en las empresas conjuntas. Eso implica, agrega, que en caso de que un miembro decida vender sus acciones, situación que en todo caso no ha ocurrido, la preferencia la tienen los otros integrantes del grupo.