Aunque ha conquistado el planeta gracias a su imagen de chico común y retraído, casi de un hijo de vecino, sin la pirotecnia ni el ruido de otras estrellas de la actualidad, la relación de Ed Sheeran (26) con sus seguidores se sitúa en las antípodas: en esa vereda donde todo es euforia, griterío y alboroto.

Eso fue al menos lo que sucedió la noche del pasado domingo 14, cerca de las 23.00 horas, cuando el cantante aterrizó en Santiago desde Lima para ofrecer dos conciertos en el Movistar Arena, tanda que empieza esta noche y que continúa mañana martes.

Según informan sus encargados, la productora DG Medios, ambas citas tenían entradas casi agotadas, por lo que se espera un total de 30 mil personas.

Como aperitivo, en su paso por el aeropuerto de Pudahuel, el hombre de Shape of you se acercó a los numerosos fanáticos que lo esperaban, a quienes firmó autógrafos o regaló un par de fotografías captadas con el celular.

Tras ello, una suerte de adelanto de lo que serán sus presentaciones en el recinto del Parque O'Higgins, Sheeran partió raudo a un hotel del sector oriente, donde se alojará durante su estadía en la capital.

Eso sí, el abrazo con el público nacional no es algo reciente. En 2015, para su primera vez en el país, el inglés debió mudar su recital en el Teatro Caupolicán a un reducto con una capacidad cuatro veces mayor, la Pista Atlética del Estadio Nacional, debido a la alta demanda de boletos. Esa vez juntó a 20 mil espectadores, por lo que durante estos días superará tal marca.

Es la victoria de un hombre armado con tres discos, una propuesta simple y, por sobre todo, un perfil que lo presenta como un tipo tan normal como cualquiera. Es, finalmente, el triunfo del hombre común.