La decisión estaba tomada. Si vas para Chile, la exposición con la que se reirían, a través del arte, de la cultura del consumismo yanqui en Chile, sería la última de su carrera como dúo artístico. Bruna Truffa (1963) y Rodrigo Cabezas (1961), habían pasado dos décadas trabajando juntos en obras que mezclaban el kitsch con la cultura popular chilena, y con la que se habían convertido en la dupla más reconocida del arte local. Sin embargo, para el 2003 estaban cansados de la presión que sus pares ejercían sobre ellos. "Siempre hubo un recelo, nos decían que cuándo íbamos a hacer cada uno su propia obra. Les atacaba que no firmáramos nada, para nosotros la obra era de ambos, daba lo mismo quién hacía qué. Al final igual terminamos cediendo y separando carreras", cuenta Truffa.

Pero algo pasó. La exposición que se inauguró en el Museo de Bellas Artes en 1999 se transformó en la más exitosa de sus trayectorias. La exhibieron en Italia, México y Cuba y la anunciada separación de los artistas se postergó. "Teníamos que agarrar la racha", reconoce Truffa. Tres años después seguían juntos, pero no por mucho tiempo. Una intervención en 2003, en  la muestra colectiva Cambio de Aceite, donde compartían espacio en el MAC de Parque Forestal con otros artistas de generación marcó el quiebre definitivo de la sociedad.

Tras 11 años, el dúo ahora vuelve a la carga con doble exposición. Mañana inauguran la muestra Silabario glocal, en la galería The Art Walk, un nuevo espacio en Alonso de Córdoba, y la próxima semana, suman más piezas en galería Madhaus, del Barrio Italia. Ambas muestras reúnen una serie de  30 letras armadas a modo de collages, que son parte de un proyecto mayor: las nuevas ilustraciones para la reedición del libro Diccionario de mitos chilenos, de Sonia Montecino. "Ha sido un trabajo largo, estábamos medio oxidados, pero al final resultó. Nos gustó tanto, que decidimos mostrarlo", dice Rodrigo Cabezas.

Lo cierto es que la dupla nunca se ha separado. En estos años han hecho colaboraciones para Fondart, proyectos privados y por su puesto la amistad ha seguido. "Cada uno estuvo en lo suyo, pero siempre compartiéndonos ideas, hallazgos, revisando la obra de cada uno, yo te diría que más que con nadie", dice Truffa. De hecho, la actual muestra será una antesala para la  intervención que ya tienen fijada para el 2016, en el MAVI. "Será una nueva producción, en la que ya estamos trabajando", dice la pintora.

ARTE VITAL

A mediados de los 80, la efervescente y política escena del arte local estaba liderada por figuras como Diamela Eltit, Lotty Rosenfeld y Raúl Zurita reunidos en el grupo CADA, además de otros creadores de la llamada Escena de Avanzada como Eugenio Dittborn y Carlos Leppe, quienes posicionaron un arte conceptual, minimalista y visualmente complejo en nuevos soportes como el video y la performance. De pronto, apareció una nueva generación de artistas que defendía el poder de la pintura y la figuración. Entre ellos estaba Samy Benmayor y Bororo, pero también la dupla de Truffa & Cabezas. Estos últimos eran los más estridentes: tomaban  objetos de la cultura pop, flirteaban con la publicidad y lo ironizaban todo. "Nosotros queríamos pintar, hacer una obra vitalista, con colores, no queríamos seguir sufriendo", señala Truffa.

También los penaba el mercado del arte. La dupla nunca tuvo aprehensiones con comercializar sus obras, y siempre buscaron opciones para hacer piezas más baratas y accesibles. Como ahora, que en Madhaus tendrán  a la venta versiones digitalizadas de sus collages originales. "Fuimos a muchas ferias internacional y nadie tiene ese rollo. Sólo aquí se pretende que ser artista es pasar pellejerías. Por su puesto que queremos comer de lo que hacemos", explica el artista.

Formada en el Instituto de Arte Contemporáneo, ubicado en la Plaza Mulato Gil, Truffa conoció a Cabezas, egresado de la U. Católica, en el círculo de los artistas jóvenes. No se separaron más. Al principio eran tres, junto a Sebastián Leyton, para luego volverse una dupla. También se enamoraron y en condición de pareja artística y amorosa se fueron a España en 1989. Unos años después el romance terminó, pero no la amistad.

En 2006, ya en solitario, Truffa cuestionó el rol de la mujer en muestras como Territorio doméstico, y la instalación de la moda asiática en el país en Hecho en China. Mientras, Cabezas se interesó por  el inconsciente y conceptos como la suplantación, haciendo una recordada exposición en el Bellas Artes donde se ponía como ejercicio pintar como Arturo Duclos, Gonzalo Díaz y Eugenio Dittborn.

Ahora, los artistas vuelven al tema de lo mestizo, uniendo imágenes locales, religiosas con el imaginario extranjero. "Nuestras obras pueden ser súper diferentes, pero cuando se unen funcionan siempre. Es muy loco. Es como si juntos formáramos a un tercer artista con muchas más lecturas", resume Cabezas.