Tras jurar al mediodía de Washington D.C sobre dos biblias, Donald Trump se dirigió al mundo por primera vez como Presidente de Estados Unidos. "Nosotros, los ciudadanos estadounidenses, nos unimos hoy en un esfuerzo nacional para reconstruir nuestro país y recuperar lo prometido", dijo. Segundos después, comenzó a llover en el corazón político de EE.UU.
La marea de gorros rojos con el eslogan "Make America Great Again" ("Hagamos que Estados Unidos sea un país grande otra vez") se oscurecieron, mojados, mientras los paraguas se abrían ante las palabras de un nuevo Presidente que iniciaba su discurso criticando duramente a la clase política. "Se protegieron a sí mismos, pero no a los ciudadanos. Sus victorias no han sido las de ustedes, y sus triunfos, tampoco", señaló. Así, Trump, de 70 años, volvía a convertirse en el Trump "clásico", tras el tono conciliador que adoptó luego de su triunfo electoral en noviembre.
En breves 16 minutos y ante una explanada que desde el Lincoln Memorial lucía semi vacía -en un gran contraste a lo que ocurrió con Barack Obama en 2009-, el Presidente Trump reafirmó las posturas de su campaña en una retórica basada en la religión, el nacionalismo, el populismo y la promesa de un "sueño americano" por recuperar. "Vamos a reforzar las alianzas que ya tenemos y también formaremos otras nuevas. El mundo civilizado se unirá en contra del terrorismo islámico, el que erradicaremos completamente de la faz de la Tierra", dijo, luego de jurar con la Biblia que le regaló su madre y otra que perteneció Abraham Lincoln.
También dio luces de lo que será su política económica, basada en la industria local y en priorizar a los trabajadores estadounidenses antes que los extranjeros. "Debemos proteger nuestras fronteras del saqueo que otros países hacen con nuestros productos, quienes se roban nuestras compañías y destruyen nuestros trabajos", prometió."Desde ahora una nueva visión gobernará este país. Desde hoy sólo va a ser América primero, América primero", sentenció.
La lluvia se detuvo al término de su discurso, poniendo fin a un cambio de mando más sobrio y polarizado que hace ocho años, cuando 1,8 millones de personas asistieron a la inauguración de Obama. En el escenario principal, no sólo estaba la familia del nuevo jefe de Estado, sino también los ex Presidentes Jimmy Carter, George W. Bush y Bill Clinton, quien estuvo acompañado por Hillary Clinton. Quienes no asisteron fueron al menos cincuenta congresistas demócratas.
Violentas protestas
Washington se despertó en una suerte de estado sitio. Exhaustivos controles de seguridad se realizaron a quien transitara por las cercanías del Capitolio.
Las movilizaciones comenzaron a eso de las siete de la mañana desde la Casa Blanca hasta el National Mall, parque que ha sido el escenario histórico de los cambios de mando en Estados Unidos y que se extiende por tres kilómetros desde el Capitolio hasta el Lincoln Memorial. Hasta esta noche, la policía había detenido a 100 personas tras violentos enfrentamientos con las autoridades. Para hoy se espera una masiva marcha liderada por mujeres en la capital del país.
Mientras las protestas se extendían por la ciudad, Trump y Obama iniciaban el ritual del cambio de mando, con un servicio religioso y un breve café en la Casa Blanca. Al nuevo Presidente, que lució un traje oscuro y corbata roja y que en todo momento estuvo acompañado de su esposa Melania, se le vio serio, incluso durante la tarde, cuando se bajó de "La Bestia", la limusina presidencial, para saludar a sus seguidores en medio de sendas medidas de seguridad. Durante la jornada, en varias ocasiones Trump le habló al oído tanto a Obama como a su esposa Michelle.
Primeros 100 días
Se espera que de las primeras medidas que tomará el gobierno será revocar la reforma a la salud de Obama que le entregó cobertura de salud a casi 26 millones de estadounidenses. La iniciativa del nuevo gobierno republicano ya fue aprobada por la Cámara de Representantes y será reemplazada por otro sistema.
En las próximas horas, además, se espera el despacho de un proyecto de ley que busca financiar la ampliación del muro en la frontera con México, el abandono del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica y fin del financiamiento a programas de la ONU para combatir el calentamiento global. Pero con Trump siempre podrían haber sorpresas.