En su primer discurso frente al pleno del Congreso la noche del martes, Donald Trump se puso una camisa blanca y una chaqueta, sorpresivamente, abotonada. En la solapa, un pequeño pin de la bandera de Estados Unidos. Su corbata, tradicionalmente roja y ancha, esta vez lució azul con rayas. Haciendo gala de esa vestimenta y prácticamente por primera vez, el mandatario mostró un absoluto tono presidencial. Y así fue la tónica de su discurso a pesar de que no detalló cómo piensa implementar sus planes.

Trump no utilizó sus típicas frases de campaña, aunque sus promesas bien parecían las de un candidato a la Casa Blanca. Tampoco su eslogan "Estados Unidos primero", el que se convirtió en un símbolo de sus planes en política exterior. En oposición a su retórica tradicional, Trump siguió el guión al pie de la letra y no se alteró en ningún momento. Citó a la Biblia, a los ex gobernantes Abraham Lincoln y Dwight Eisenhower y aplaudió durante casi dos minutos a la viuda del soldado que murió en una controvertida misión en Yemen el 29 de enero.

Luego de unos turbulentos 40 días en la Casa Blanca, Donald Trump dejó de lados los ataques contra los medios de comunicación, sus impasses con México y a sus rivales demócratas. Tranquilizó además a los republicanos y a gran parte de los estadounidenses. A diferencia de su discurso inaugural, se mostró más conciliador. "El tiempo para las peleas triviales quedó atrás", dijo.

Y los estadounidenses lo percibieron. De acuerdo a una encuesta de CNN, un 57% afirmó que el discurso fue muy positivo. En la mañana, el mandatario sólo escribió en Twitter: "¡Gracias!".

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"De ahora en adelante EE.UU. será guiado por nuestras aspiraciones, no oprimida por nuestros miedos", dijo el mandatario mientras era ovacionado por los republicanos. Y llamó a la unión. "Somos un solo pueblo, con un solo destino. Todos sangramos la misma sangre y saludamos la misma bandera", añadió.

El mandatario aseguró que EE.UU. trabajaría con los aliados, tanto nuevos como viejos, incluyendo del mundo musulmán y reafirmó el compromiso con la OTAN. "Apoyamos firmemente a la OTAN, una alianza forjada a través de los vínculos de dos guerras mundiales que destronaron el fascismo y una Guerra Fría que derrotó al comunismo", declaró.

Tampoco citó a ninguno de los países a los que suele criticar, como Irán, China, Rusia o México. Pero sí justificó, sutilmente, su veto migratorio. "No podemos permitir que nuestra nación se convierta en un santuario para extremistas", dijo. Eso sí, muchos esperaban que detallara cómo llevará adelante su reforma tributaria, el reemplazo del Obamacare y el nuevo sistema migratoria, cosa que no hizo.

Al mismo tiempo dijo que su trabajo "no es representar al mundo; es representar a Estados Unidos". De acuerdo a The New York Times, la intervención frente al Congreso refleja cómo su administración está volviendo a lo tradicional en una serie de asuntos.

En este marco, Trump llamó a demócratas y republicanos a unirse para derogar y reemplazar la Ley de Salud Asequible (Obamacare), para aprobar una ley de inversión en infraestructura y una reforma educativa.