Trump contra el establishment
Tuvo en contra a los grandes diarios de Estados Unidos, a las figuras del espectáculo, a sectores del mundo financiero que advertían sobre los riesgos de su triunfo e incluso a una parte de su propio partido, el Republicano. Sin embargo, pese a ello, Donald Trump se alzó ganador. Un escenario que revela la desconexión entre el establishment norteamericano y la ciudadanía.
"No es suficiente con no comprar la colección Ivanka. Ella hace campaña por él. Debemos evitar también las tiendas que la venden", el tuit de Shannon Coulter, directora de una agencia de comunicaciones de San Francisco, el 12 de octubre pasado fue el último episodio de una larga lista de campañas de boicot, denuncias personales y masivos movimientos de figuras del espectáculo, la cultura y la academia contra Donald Trump. La campaña en redes sociales, que se activo tras la revelación de los audios que mostraba las descalificaciones del empresario contra las mujeres y que concentró luego los tres debates presidenciales, es un claro ejemplo del clima de enfrentamiento que marcó la disputa presidencial.
Desde el inicio de su apuesta por llegar a la Casa Blanca, el ahora presidente electo de Estados Unidos enfrentó el boicot de diversas empresas por sus dichos sobre los hispanos y los musulmanes. NBC y Macy's fueron las primeras en anunciar que cortarían sus negocios con el empresario a fines de 2015, pero luego se sumarían otras y, para la convención republicana de julio pasado tradicionales compañías como Wells Fargo, UPS, Motorola, Ford y Wallgreens también decidieron bajarse. Pero el boicot económico fue sólo una parte de una oposición aún más masiva del establishment norteamericano.
No sólo Trump recibió el rechazo de figuras históricas del partido republicano como el ex presidente George H. Bush o el senador John McCain, sino también de dirigentes actuales como el líder de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, que se negaron a hacer campaña por él, por lo que calificaban de estilo irreverente, agresivo y descalificador contra las minorías y las mujeres. Además, 66 de los 70 mayores diarios de Estados Unidos llamaron abiertamente a no votar por el candidato o a respaldar a la abanderada demócrata Hillary Clinton, otros tres apoyaron a candidatos menores y sólo uno dio su confianza a Trump, el Las Vegas Review-Journal.
Un escenario que no se había dado nunca en la historia de Estados Unidos. Habitualmente se produce un leve favoritismo hacia los demócratas en los editoriales de los medios, con la excepción de las elecciones de Ronald Reagan en 1984 y George H. Bush en 1988. Sin embargo esta vez fue muy distinto. Revistas que nunca antes se habían expresado públicamente por un candidato como The Atlantic llamaron a no votar por Trump y diarios que nunca habían editorializado a favor o en contra de un candidato como el USA Today, esta vez lo hicieron.
Pese ello, Donald Trump se alzó el miércoles en la madrugada como el ganador de la contienda y será desde enero próximo formalmente el Presidente 45 de la historia de Estados Unidos, algo que ni siquiera los sondeos parecían haberse "atrevido" a predecir. La situación revela no sólo los errores de los pronósticos sino una evidente desconexión entre la elite cultural, política e intelectual de Estados Unidos y la masa de votantes que le dio su apoyo a Trump.
"La prensa lo subestimó al principio", señala Cecilia Ballesteros, columnista del diario El País de España. Según ella lo sucedido en Estados Unidos revela que los medios parecen haberse alejado de lo que piensa la gente real y viven en una burbuja. Analistas, periodistas y políticos parecen haber equivocado el diagnóstico y subestimado el malestar de amplios sectores de la población de Estados Unidos. "Si los latinos acudimos a votar, Trump no ganará", dijo el periodista de Univisión
Jorge Ramos, asegurando que el futuro del empresario dependía de ese grupo. Pero las cifras finales de la elección demostraron que la lectura era equivocada.
Según The Wall Street Journal cerca de 30% de los hispanos votó por Trump, dos puntos más de lo que lo habían hecho por el candidato republicano en 2012, Mitt Romney. También creció el número de asiáticos que apoyó al republicano. Pero sobre todo el empresario logró movilizar a una masa de votantes blancos de las zonas no urbanas que tradicionalmente no sufragaban. En sectores de Florida, estado que finalmente ganó Trump, la participación en esos grupos creció 29% con respecto a 2012. Además, entre los hombres, el empresario batió record. Lideró por más de 12 puntos, la mayor diferencia desde 2000. Y también lo hizo entre los mayores de 45 años. "Hay una brecha generacional", dijo a The Wall Sreet Journal William Frey, experto poblacional de la Brooking Institution. "Los mayores y blancos ven de diferente manera el país", agrega. Pero el establishment parece no haberlo detectado.
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