"Tengo dos niños conmigo. El agua nos está tragando. Por favor envíen ayuda. El 911 (teléfono de emergencia) no está funcionando". Como ese tuit de la residente de Houston, Maritza Ritz Willis, habían cientos de mensajes pidiendo auxilio luego que el huracán Harvey azotara la costa de Texas y dejara al menos cinco muertos y decenas de heridos, convirtiéndose en la primera prueba para la gestión del Presidente Donald Trump respecto de su capacidad de respuesta ante un desastre natural.
La atención se centraba ayer en Houston, donde se registraban inundaciones en algunas calles producto del desborde de ríos y canales. Luego de registrarse 760 milímetros de lluvia en algunas áreas de la cuarta ciudad más poblada de Estados Unidos, se esperaba que las precipitaciones llegaran entre 300 y 630 milímetros en los próximos días, ya que se pronosticaban tres a cinco días más de lluvias, según el reporte del Servicio Nacional de Meteorología. "Este es un evento sin precedentes y todos los impactos son desconocidos y van más allá de cualquier cosa que se haya experimentado", dijo el Servicio Nacional de Meteorología en Twitter.
El director de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (Fema), William "Brock" Long dijo al diario The Washington Post que era "un desastre devastador, probablemente el peor desastre que haya visto el Estado de Texas". "La recuperación de este evento va a durar muchos años", añadió y aseguró que cinco mil empleados federales ya se encontraban en el estado.
El más potente huracán en azotar Estados Unidos desde 2005 y Texas desde 1961, fue degradado el sábado a tormenta tropical pero como avanza muy lentamente (a 2 km/h) dejó caer mucha agua sobre una misma región por varios días. Harvey tocó tierra el viernes como un huracán de categoría 4 -en una escala de 5-, pero sus vientos ya se redujeron a unos 75 km/h.
La tormenta provocó el cierre de los dos aeropuertos más importantes de Houston, el William P. Hobby y el Intercontinental George Bush, que dejaron cien vuelos cancelados. En total, en todo el país más de 3.000 vuelos han sido suspendidos desde el viernes debido a la tormenta, según Flight Aware, un programa que sirve para rastrear el recorrido de los vuelos.
Además, las grandes refinerías de petróleo y gas del Golfo de México, donde se refina el 45% del "oro negro" de EE.UU., han interrumpido sus actividades y evacuaron a buena parte de su personal, una circunstancia -según la agencia Efe- que podría provocar un incremento en el precio de la gasolina.
El Presidente Trump presumió ayer de su respuesta ante el huracán Harvey y la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders señaló que visitará la zona mañana. "Iré a Texas en cuanto el viaje pueda hacerse sin causar ningún trastorno. Lo más importante debe ser la vida y la seguridad", escribió en Twitter Trump antes de que se anunciara el día. En ese sentido Sanders señaló que estaban coordinando la logística con las autoridades estatales y locales.
El mandatario escribió varios mensajes en Twitter para alabar "el gran talento" del personal gubernamental, de los servicios de emergencia y de las autoridades locales ante el "peor" huracán que muchos han visto en Estados Unidos. "Gran coordinación entre agencias y todos los niveles del gobierno. Las continuas lluvias y las repentinas inundaciones están siendo abordadas. Miles rescatados", dijo en la red social.
El huracán Harvey es el primer desastre natural al que se enfrena el gobierno de Trump y, por eso, muchos analistas están atentos a su respuesta para evaluar su capacidades de mando.
Trump ya dijo el sábado que trata de evitar los errores que cometió el Presidente George W. Bush (2001-2009) con el huracán Katrina en 2005. Entonces, Bush fue duramente criticado por la tardía respuesta que dio a la devastación que dejó en Nueva Orleans (Luisiana) Katrina.
Para evitar una situación similar, en el mismo momento en el que el huracán tocó Estados Unidos, Trump firmó una declaración de desastre para Texas, que le permite enviar asistencia federal para ayudar en las labores de reconstrucción. Además, el Departamento de Salud y Servicios Humanos declaró el sábado la emergencia pública sanitaria en Texas y pidió a las clínicas y hospitales que atiendan a los pacientes que se benefician de los programas de Medicare, destinado a las personas mayores de 65 años, y de Medicaid, para aquellos con bajos ingresos.
El gobernador de Texas, Greg Abbott, alabó ayer la respuesta del gobierno federal. "Tengo que decir que le doy a Fema una nota A+ (la calificación más alta), desde el Presidente hacia abajo", dijo en una entrevista con Fox.