Utah es uno de los estados que históricamente ha apoyado a los republicanos. Ha sido, desde 1964, una victoria sólida y segura para los conservadores. En 2012 Mitt Romney aplastó a Barack Obama por 48 puntos ahí. En 2008, John McCain derrotó fácilmente a Obama por 28 puntos. Y en 2004, el demócrata John Kerry perdió por 46 puntos frente a George W. Bush. En los mapas electorales, Utah se pinta de rojo y no está considerado dentro de los estados "swing". Pero este año, la cosa podría cambiar.
A pesar de que tiene sólo seis de los 538 votos electorales (se necesitan 270 para ganar), el "estado de la colmena" podría reflejar cómo está cambiando la geografía política de EE.UU. en estas elecciones presidenciales. Para Trump, perder este estado no sólo significaría un duro golpe, sino que sería un bochorno para su conglomerado. Utah, con un 55% de su población mormona, ha mostrado rechazo al discurso del empresario, especialmente tras sus escándalos sexuales.
Y, en la última semana, una encuesta de Y2 Analytics muestra que los habitantes de Utah se están inclinando a favor de un candidato sorpresa, el independiente Evan McMullin, un mormón que nació en el estado. Según el sondeo, Hillary Clinton y Donald Trump se encuentran empatados con un 26% de intención de voto, mientras que McCullin tiene un 22% de respaldo. Esto parece haber levantado las alertas entre los republicanos. Ayer, el compañero de fórmula de Trump, Mike Pence, hizo campaña en el estado.
Mientras tanto, Hillary está incrementando sus esfuerzos no sólo en Utah, -donde envió a parte de su equipo y donde publicó un artículo en el Deseret News, un diario mormón- sino también en otros feudos republicanos. Texas, Arizona y Georgia, estados que no han votado por demócratas por al menos 20 años y donde ni Barack Obama pudo ganar, son el objetivo de la demócrata.
La ex secretaria de Estado ha buscado expandir su campaña a terrenos tradicionalmente republicanos y su equipo ha asegurado que quiere ganar las elecciones del 8 de noviembre con el mayor margen posible, para que Trump no acuse los comicios de "fraude", algo que ha reiterado en las últimas semanas.
En Arizona, Clinton ya inyectó US$ 2 millones en anuncios publicitarios. Allí, también Michelle Obama hizo campaña la semana pasada frente a siete mil personas. También Bernie Sanders y la hija de la candidata, Chelsea Clinton, participaron en el intento de conquista del estado. Pero sólo una vez desde 1948 el estado del Gran Cañón se ha tornado demócrata: en 1996, con Bill Clinton. Sin embargo, Arizona es frontera con México, y según un sondeo del periódico Arizona Republic, más de la mitad de los votantes se opone a una de las promesas de campaña de Trump: un muro en la frontera.
En Texas, un estado donde los demócratas no han ganado una carrera para gobernador desde 1990, Clinton está aprovechando el mal momento de Trump y se encuentra sólo a cuatro puntos de su rival. Y, la semana pasada en Georgia, un Super PAC a favor de Clinton -organizaciones que recolectan dinero para los aspirantes- gastó US$ 2 millones en avisos publicitarios.