Es el encuentro bilateral más esperado del año, en el que el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, estará por primera vez cara a cara con su homólogo ruso, Vladimir Putin, el hombre que -según la inteligencia estadounidense- intervino las elecciones de 2016 y ayudó al empresario para que llegara a la Casa Blanca. Se trata de la primer reunión oficial y tendrá lugar en la tarde de hoy en Alemania, al margen de la Cumbre del G20. En la antesala de la cita se anunció que no existe una "agenda específica".

La relación entre los dos países no atraviesa un buen momento, sino que más bien reina la tensión. De hecho, atrás quedaron los días en los que Trump manifestaba su admiración por Putin y por Rusia, al menos públicamente.

Ambos gobiernos tienen una larga lista de quejas mutuas. Por un lado, tanto el FBI como del Departamento de Justicia están realizando investigaciones sobre la supuesta intervención rusa en las elecciones presidenciales del año pasado y la posible colusión de asociados de Trump con Moscú. Algo que tanto Putin como Trump han negado en forma reiterada.

Sobre este tema, Rusia pide que le devuelvan dos propiedades que se encuentran en Estados Unidos y que fueron decomisadas en diciembre del año pasado por el gobierno de Barack Obama como castigo por su intromisión en los comicios. La otra demanda rusa es que se reduzca la vigilancia de los servicios de inteligencia a sus diplomáticos en Estados Unidos.

Trump se refirió ayer por primera vez directamente sobre este tema. "Creo que fue Rusia, y pudieron haber sido otras personas en otros países y no veo nada malo con esta declaración", señaló en una conferencia con el Presidente polaco, Andrzej Duda. "Nadie lo sabe realmente", añadió, cuando le preguntaron sobre la supuesta intervención rusa en la contienda electoral.

Por eso, para Trump será una reunión sumamente compleja. Según The Washington Post, es probable que Putin presione a Trump para que respalde un plan para poner freno a la escalada en la península coreana, anunciado en Moscú el martes en conjunto con el Presidente chino, Xi Jinping, y que contempla que Corea del Norte detenga su programa de misiles balísticos a cambio de que Seúl y Washington suspendan sus ejercicios militares en la zona.

Estados Unidos también tiene su propia lista de peticiones, encabezada por su solicitud de que se reanuden las adopciones de niños rusos por parte de padres estadounidenses, una práctica que Rusia prohibió a finales de 2012. Le pediría también que acabe con lo que considera un hostigamiento hacia los diplomáticos estadounidenses y otros funcionarios en Rusia.

En cuanto a Ucrania, Moscú ha buscado desde hace mucho tiempo que Estados Unidos alivie las sanciones económicas que le impuso por sus acciones en el este ucraniano y por la anexión de Crimea. Sin embargo, éstas fueron ampliadas a mediados de junio, luego que el Senado -de mayoría republicana- aprobara casi de forma unánime nuevas sanciones. Según el diario The New York Times, esta fue una presión que los senadores hicieron a Trump, por lo que los intereses políticos que se juega el Presidente en el encuentro son altos. Quizás por ese motivo, en su paso ayer por Polonia, no dejó de enviar recados a Moscú. "Instamos a Rusia a poner fin a sus actividades desestabilizadoras en Ucrania y en otros lugares", dijo. Además, instó a Occidente a luchar por "defender" su "civilización y valores".

Para los analistas, uno de los temas donde podría haber más acercamientos es respecto a Siria, donde tanto Moscú como Washington se oponen al Estado Islámico pero difieren sobre su apoyo al líder sirio Basher Assad. Aunque, los problemas por la falta de coordinación en Siria resurgieron a mediados del mes pasado, luego de que Estados Unidos derribara un avión de las fuerzas sirias, lo que gatilló la advertencia rusa de atacar cualquier avión que vuele al oeste del río Eufrates. En todo caso, la revista Foreign Policy reportó que Washington está dispuesta a cederle a Moscú la influencia y el protagonismo en Siria.

Una cita impredecible

La de hoy es la primera reunión bilateral entre los Presidentes de Estados Unidos y Rusia desde septiembre de 2015, cuando Obama se reunió con Putin durante 90 incómodos minutos en la ONU. Dos días después de ese encuentro, Moscú lanzó su primer ataque aéreo en Siria. "La acción rompió cualquier intento de cooperación entre Estados Unidos y Rusia que pudo surgir en el encuentro bilateral", señaló The Guardian.

"Se puede estar seguro que el Kremlin ha preparado con mucho tiempo este encuentro, tanto con un análisis completo de la reunión y un dossier de Trump", dijo a ese periódico Heather Conley, director del programa de Europa en el Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington.

En cambio la Casa Blanca dice que no ha preparado el encuentro. En una conferencia sobre el viaje de Trump a Europa, el general McMaster, consejero de Seguridad Nacional, aseguró sobre la charla con Putin: "No hay ninguna agenda específica. Va a ser en realidad sobre cualquier cosa de la que quiera hablar el Presidente".

Eso sí, su itinerario se programó de tal forma que no existan percepciones de que es demasiado amigable con Rusia y así lo demostró en sus declaraciones. De hecho, ayer en Varsovia subrayó su compromiso en la defensa de los aliados de la OTAN en Europa del Este e incluso les ofreció gas más barato para que no dependan de Rusia.

En conversación con The Washington Post, el analista Dmitri Trenin, director del think tank Carnegie Moscow Center, señaló que el tema más importante por lejos será evitar una colisión directa que pueda llevar a la guerra".

De todas formas, el mismo Kremlin ha bajado las expectativas del encuentro. "Esta es la primera reunión entre los dos presidentes y eso es lo principal. La expectativa es que se establezca un diálogo de trabajo", dijo el portavoz de Putin, Dimitri Peskov.

Sin embargo, el Times señala que "incluso sus más altos asesores no saben precisamente qué dirá o qué hará Trump cuando se reúna con Putin. Y eso es lo que más preocupa a sus asesores".