El túnel más oscuro de Cecilia, la incomparable
Tras dos meses de hospitalización por una neumonía detectada al término de un show en Antofagasta, Cecilia Pantoja (74) intenta retomar su vida normal. Con secuelas que la mantienen caminando sólo con ayuda y aún con sus pulmones comprometidos, esta semana la cantante empieza un proceso de rehabilitación que la mantendrá alejada de los escenarios -al menos- hasta el próximo año.
-Después de un mes en estado de sopor, desperté. Recuerdo que estaba un doctor mirándome y sólo atiné a decirle una cosa: no me muero ni cagando. "Buena señal", me respondió él.
Mireya Cecilia Pantoja Levi (74) se jacta de su estoicismo durante su crítica estadía en la UCI del Hospital Regional Dr. Leonardo Guzmán, de Antofagasta. De los 66 días que pasó entre julio y septiembre en ese lugar, sólo recuerda con claridad 21. "Ni siquiera me acuerdo de haberme sentido muy mal cuando me llevaron al médico", dice.
Todo partió por una sospecha nocturna, horas después de terminar el último show regional de una gira que la devolvería al día siguiente, 26 de julio, a Santiago. El viaje pretendía durar cuatro días. Por lo mismo, la necesidad de realizarlo o suspenderlo fue discutido con Yasmine Bau, su asistente y representante. "Le dije que no era necesario ir, que tenía que descansar, pero no hizo caso", cuenta Bau.
Tras el show, que se realizó a las 21 horas, en el Casino de Antofagasta, la cantante ícono de la Nueva Ola, conocida como Cecilia la Incomparable, se sacó fotos con los presentes y firmó autógrafos hasta que se incomodó. "Pensé que podía ser por el viaje, así es que fui al hotel, me puse pijama y me puse a descansar", recuerda la cantante. El síntoma fue una fatiga que desapareció después de llegar al lugar en que se hospedaba, donde se tomó una pastilla para dormir que hizo efecto al poco rato.
Su asistente ordenó las maletas de ambas y, antes de apagar las luces y acostarse, corroboró la hora de los pasajes que tenían para viajar a Santiago a la mañana siguiente. Bau se recostó en su cama mientras tomaba atención a una respiración lenta y sonora. "Ahí me acerqué a la Ceci. Ella estaba muy helada", recuerda la asistente. Prefirió despertarla y preguntarle si estaba bien. La cantante contestó que sí.
Bau recordó entonces que hacía tres meses Pantoja estuvo con una gripe fuerte, de la que se había recuperado hacía apenas algunas semanas. Por lo mismo, pidió que el paramédico del hotel chequeara que la salud de la cantante estuviera estable. El resultado fue negativo: el auxiliar le dijo que el nivel de oxígeno en sus pulmones era muy bajo y que la revisión debía hacerla un médico.
La situación no alteró a las mujeres. "Pensé que le iban a poner oxígeno y listo", recuerda Bau. Al llegar al hospital, sin embargo, el cuadro se agravó. Pantoja es paciente asintomática, por lo que no tuvo fiebre ni tos, pero se le diagnosticó una neumonía que la mantuvo en riesgo vital desde el momento en que fue internada y sedada en la UCI. Desde el ingreso, Pantoja no recuerda más.
Lo que transcurrió después fue hacer memoria de las peticiones que Cecilia le realizaba con frecuencia a Yasmine Bau -con quien trabaja desde hace más de 10 años- en caso de que tuviera alguna enfermedad grave o que falleciera. La hora parecía haber llegado.
"Lo primero que decidí fue que nadie entraría a verla a la pieza en que se encontraba", afirma Bau. La decisión de resguardar la imagen de Cecilia fue extrema. Su amiga desde hace más de cuatro décadas, Gloria Simonetti, llegó al centro asistencial sin poder ingresar al lugar, tal como ocurrió con Alvaro Scaramelli y su compañero de generación y amigo Wilfredo Labarca, conocido musicalmente como Wildo. "Yo ni siquiera me lo tomé mal, porque conozco hace años a Cecilia y lo que más puedo destacar es su fuerza y dignidad", señala Simonetti.
Muchos se despidieron por redes sociales de la cantante. Otros, más optimistas, ofrecieron ayuda para realizar un traslado a Santiago. Una familia desconocida, por ejemplo, llamó a Bau, quien se quedó durante dos meses en el lugar para acompañar a la cantante, para decirle que ellos se harían cargo de todo: los costos del viaje que ellos organizarían y de los cuidados de la cantante. Bau les agradeció la intención, pero estaba en coordinación con el único familiar más cercano de Cecilia, Héctor Pantoja. "La gente cree que ella es sola, que está muy sola, y no es así", dice la asistente.
Tras la muerte de los padres y hermanos de la cantante, la familia de Cecilia son los amigos que han ido sumándose en el camino. En los blocks de la Villa Frei de Ñuñoa vive junto a Yasmine, una amiga de ella, Claudia Sánchez, y su hijo llamado Simón (13), a quien lo presenta como su nieto. Para Pantoja ya no hay límites de sufrimientos: "Las he pasado todas: todos se murieron en mi familia y a mis sobrinos los veo muy poco. Por suerte, tengo a la familia que elegí". Ellos la acompañaron cuando Cecilia cayó al precipicio desde un tercer piso; cuando la operaron en 2014 de la columna y ahora, en el túnel más oscuro que ha visto, como dice ella.
Luego de ese ofrecimiento, y tras recibir cientos de llamados de amigos de la cantante y fanáticos que querían visitarla, Yasmine empezó a repetir con paciencia lo que ahora dicen juntas: día a día, paso a paso.
Cuando la cantante abrió levemente los ojos por primera vez después de un mes sedada, vio a Yasmine y esbozó una sonrisa. Luego, a la segunda despertada, lanzó su manifiesto de vida: ni cagando me muero. Desde ese día, se inició otro proceso, más lento, derivado de la incorporación a la vida después de haber estado inerte y en un profundo sueño.
Los movimientos corporales de Cecilia eran erráticos en su pequeño cuerpo que hasta hoy figura lánguido y sediento. "Me da sed, mucha sed. Debe ser por los remedios", afirma mientras Yas, como le dice la cantante a su asistente, le recuerda que sólo está tomando vitaminas.
"Las vitaminas, entonces, me dan sueño: sueño y sed. Y eso quiero que se me pase de aquí a marzo". Cecilia razona bien, habla despacio y se muestra débil hasta que abre la boca: tengo 74 años y sigo siendo incomparable, aunque ahora, por primera vez, quiero ser más Cecilia que incomparable.
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Faltan 12 días para el cumpleaños de Cecilia Pantoja. Son más periodistas que amigos los que la han podido ver en persona. Tras abandonar el centro médico, los rumores de que se había quedado sin voz o que no volvería a cantar por la deficiencia pulmonar que tuvo aumentaron. Muchos de ellos, llegaron directamente a las cuentas de redes sociales de los amigos de la cantante. La ofensiva que idearon Yasmine y Cecilia para neutralizar los comentarios fue grabar un video en el aeropuerto de Antofagasta, en el que Cecilia aparece hablando y comentando su buen estado de salud. "Es molesto que la vida de Cecilia esté siempre tan llena de rumores", dice Gloria Simonetti.
A Pantoja los trascendidos no le complican, pero a sus amigos, sí. "Muchas veces pasa que sus sobrinos -los biológicos y los que adoptó por opción- ven la televisión o buscan cosas en internet de ella y se encuentran con una imitación o comentarios como que es borracha, lesbiana y carretera. Eso me apena", asume Bau. Ambas especulan sin encontrar el origen de los rumores. En la época en que era importante el qué dirán, dice Bau, a la cantante le daba lo mismo, pero ahora hay una familia atrás, aunque no sea biológica.
Hace pocos meses, hijos de amigos de Cecilia buscaron videos de ella en YouTube. Allí apareció una imitación que realizaron en Morandé con Compañía hace años en donde aparecía una mujer borracha cantando Baño de mar de medianoche. Los niños, entonces, se acercaron a sus padres y les preguntaron por qué a la tía Chía, como le dicen ellos, la muestran así. Tampoco entienden el que hablen distendidamente sobre su orientación sexual. Según cercanos, ella siempre les repite que no hay problemas, que a estas alturas de la vida los rumores no son tema en su vida. El problema, esta vez, es que se rumoreó con la vida y voz de la artista, la cual quiere dejar de cantar en escenarios sólo cuando alguien se atreva a bajarla.
"El interés de todos de saber siempre de ella es que ella nunca ha dicho si las cosas son verdad o son mentira. A ella le gusta hacer eso. Cuando estuvo enferma -dice Bau- traté de protegerla mucho, porque ella siempre ha resguardado su metro cuadrado. Pasa que Cecilia es mitología viva".
El último rumor por el que tuvo que salir al paso es que realizaría un concierto durante este mes en el Teatro Caupolicán. "No quiero, ni puedo hacerlo", afirma la propia cantante. La idea partió por un evento en el que descarta participar categóricamente: un homenaje en el que ella estaría en silla de ruedas o afirmada de alguien para agradecer al público. "No quiero que esa imagen la tengan nunca. ¿Para qué, si me puedo mejorar con kinesiólogo? Después, en marzo, daré un concierto. Las cuerdas están intactas, pero eso de que me vean mal y dar pena, no. Eso sí que no", remata.
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Tras el alta, el 30 de septiembre, Cecilia Pantoja llegó a La Cisterna, a la amplia casa de los padres de Yasmine Bau, quienes se relacionan familiarmente con la cantante. Su departamento en Ñuñoa está ubicado en un cuarto piso, sin ascensor, por lo que tuvo que recurrir a un lugar donde la movilización se le facilitara, puesto que sus músculos se debilitaron considerablemente después de dos meses sin realizar algún tipo actividad física.
Su mejoría la tiene trazada como meta: marzo de 2017. De eso depende volver a su hogar. Según Daniela Bretón, kinesióloga de la Unidad de Pacientes Críticos del Hospital Regional de Antofagasta que atendió a Pantoja, "Cecilia siempre tuvo mucha disposición para recuperarse. La idea es que en la rehabilitación continúe con ese ánimo, para que de aquí al corto plazo pueda volver a retomar su rutina".
En Santiago, Cecilia está frecuentando a sus médicos de cabecera en las clínicas Avansalud e Indisa. Este miércoles 12 comienza la rehabilitación de sus dolores de columna y piernas. También la parte integral, destinada a limpiar sus pulmones y, lo principal, fortalecer nuevamente su cuerpo para que logre volver a caminar sola, resultados que se verán recién en un mes y medio.
Quedan 12 días para que Cecilia cumpla 75 años. El plan es verse con sus amigos más cercanos. "Estamos ansiosos de verla. Nosotras tenemos un club de Lulú donde nos matamos de la risa y queremos inaugurar una parrilla. Nos queda para rato con ella", dice Simonetti.
Aunque hace poco, cuando fue operada de la columna, los médicos le recomendaron bajar el ritmo de trabajo, asunto que Pantoja no tomó en cuenta, ahora la cantante asegura que -por primera vez- sacó una lección: empezar a disfrutar más sin la necesidad de trabajar tanto. A veces, dice Bau, menos es más. Hoy, coinciden, menos es más.
"El escenario es vida para mí, y quiero seguir viviendo", dice Cecilia. Ella es la dueña del lugar donde canta. Antes de la larga pausa que le ha significado la neumonía, en uno de sus shows, un niño le gritó "dame un beso". El menor gritó durante mucho rato, hasta que Cecilia se hartó, paró la música y le dijo: "Ven para acá". Pese a que sus papás lo alentaban, él ya no quería ir. Cuando se subió al escenario para darle un beso en la mejilla, la cantante lo encaró: "¡No poh! Me has leseado tanto, que dame un piquito". El niño no habló más en todo el show.
"Sigo siendo incomparable", repite ante la mirada atenta e impaciente de su asistente:
-A ver, gato, ¿y cuántas vidas te quedan?
-No sé, Yas, pero muchas. Yo creo que cinco vidas todavía
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