La tensión sigue aumentando en Ucrania, no sólo en las calles de la capital que ayer fueron testigo de nuevos enfrentamientos entre manifestantes y la policía, sino que a nivel político. Esto, porque la Unión Europea (UE) expresó ayer su malestar con Rusia por las supuestas presiones que ha ejercido sobre Kiev para que no firme un acuerdo de asociación con el bloque.
Las tensiones se desataron luego que la semana pasada el gobierno ucraniano decidiera "interrumpir los preparativos" de la firma de un acuerdo de asociación y libre comercio con la UE, que desde el punto de vista político acercaba a ese país a Occidente. El convenio tenía previsto firmarse en la Cumbre de Vilna (Lituania), el jueves y viernes de esta semana.
Los argumentos que esgrimió el gobierno ucraniano para tal decisión es que no obtuvo una claridad suficiente de parte de la UE sobre las compensaciones que obtendría para hacer frente a las eventuales pérdidas de los mercados de Moscú y la Comunidad de Estados Independientes (formada por los países ex soviéticos). Además, argumentó que también pesó la carencia de un mercado interior que resista la llegada de productos comunitarios.
Pese a todo, la Cancillería ucraniana anunció que el Presidente de Ucrania, Viktor Yanukovich, asistirá a la cumbre, mientras que el primer ministro Nikolai Azarov insistió en que el motivo de la decisión es puramente económico y calificó de "limosna" los 1.000 millones de euros que la UE ofreció a su país en un plazo de siete años.
Antes de que se anunciara tal decisión, el Parlamento había rechazado los diversos proyectos de ley para que la ex primera ministra Yulia Timoshenko pudiera recibir tratamiento médico en el extranjero. La liberación de la mujer, condenada a siete años de prisión por firmar unos acuerdos de importación de gas ruso, era una de las condiciones del bloque para firmar el acuerdo. También estaban los proyectos para una reforma a la ley de la fiscalía y del sistema electoral.
Este aparente giro en 180 grados del gobierno de Ucrania provocó la molestia de Timoshenko, que ayer anunció el inicio de una huelga de hambre. También causó el enojo de la oposición, cuyos adherentes han salido a las calles a protestar, desde el jueves.
Además, cayó como un balde de agua fría para los funcionarios del bloque, tras seis años de conversaciones. El comisionado de ampliación europeo, Stefan Fule, apuntó directamente a Moscú. Mientras que el Presidente ruso, Vladimir Putin, acusó a la UE de ayudar a organizar las manifestaciones y dijo que el bloque "presionaba" y "chantajeaba" a Ucrania para la firma del acuerdo. Según el diario español El País, durante varios meses Rusia ha castigado a Ucrania, restringiendo las importaciones metalúrgicas y de productos alimenticios y ha impuesto duras normas aduaneras. La industria local, que se ubica principalmente en las regiones orientales, depende del gas ruso. También ha instado a Kiev a sumarse a la Unión Aduanera, que incluye a Rusia, Bielorrusia y Kazajistán.
Ante esta situación, los presidentes de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, subrayaron que su oferta sigue en pie y ofrece a Ucrania el mejor apoyo posible para su economía y camino de reformas y modernización.