Ucrania reconoció hoy que está perdiendo el control de la frontera con Rusia en las regiones rebeldes de Donetsk y Lugansk, motivo por el que ha tenido que cerrar hasta tres puestos fronterizos.
"Debido a la concentración de un gran número de terroristas en las regiones fronterizas (...) se hace muy difícil el control de la frontera en ciertas zonas", informó el Servicio de Guardafronteras de Ucrania (SGU) en un comunicado.
Por esta razón, las autoridades decidieron cerrar provisionalmente tres puestos fronterizos en la región de Lugansk, escenario esta semana de los combates más cruentos entre fuerzas gubernamentales y rebeldes prorrusos.
Además, el SGU se vio obligado a evacuar al personal en otras cinco unidades, debido a que habían sido bloqueadas por los milicianos, a los continuos tiroteos o a las amenazas recibidas por sus familiares.
Los guardias fronterizos, al igual que su armamento, municiones y equipos de comunicaciones, han sido integrados de manera provisional en las fuerzas móviles del SGU.
Por ello, los servicios fronterizos piden al Gobierno que movilice a las Fuerzas Armadas, la Guardia Nacional y la policía para el control de la frontera, por donde Kiev sospecha que entran mercenarios rusos para combatir contra las fuerzas gubernamentales.
Debido a las "agujeros" en la frontera ruso-ucraniana en los últimos días los voluntarios rusos han cruzado libremente la frontera con Lugansk, como ocurrió anoche cuando 15 camiones procedentes Rusia penetraron en territorio ucraniano.
"En los últimos días los guardias fronterizos han abandonado sus puestos en una porción de 130 kilómetros de la frontera en la región de Lugansk", dijo Yuri Lutsenko, ex ministro del Interior.
También han tenido que ser evacuados los civiles que viven en las inmediaciones de los puntos fronterizos, objeto esta semana de hostigamientos armados por parte de los insurgentes, entre cuyos planes figura abrir la frontera con la Federación Rusa.
Al respecto, los separatistas informaron hoy de que controlan la línea de demarcación fronteriza con Rusia que se encuentra a escasos kilómetros de la capital de Lugansk.
Kiev informó sobre el cierre de los puestos fronterizos a Rusia, cuya Cancillería se mostró indignada con la decisión de impedir que los refugiados abandonen las zonas de combate con destino a las regiones limítrofes rusas.
"En vez de abrir la frontera para que todo el que lo desee abandone la zona de combates, la frontera se sella. Esto es absolutamente indignante e inadmisible", aseguró Alexandr Lukashévich, portavoz de la Cancillería rusa.
El primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, cifró en casi 4.000 los desplazados ucranianos, un fenómeno "sin precedentes", aunque reconoció que no todos solicitan asilo en Rusia.
La situación en el este prorruso parece haberse tranquilizado en las últimas horas y la Rada Suprema (Legislativo ucraniano) amplió las facultades de las fuerzas gubernamentales en el marco de la ofensiva contra los bastiones prorrusos.
A partir de ahora, en la llamada "operación antiterrorista" en Donetsk y Lugansk podrán participar todas aquellas estructuras y órganos de seguridad que ordene el presidente, desde las Fuerzas Armadas a los servicios de inteligencia exterior.
Además, se podrán introducir limitaciones a los derechos y libertades de la población civil, y al funcionamiento de empresas y fábricas en las zonas donde tenga lugar la operación.
Ucrania se prepara para la investidura este sábado del presidente electo, Petró Poroshenko, a la que asistirá el vicepresidente de EEUU, Joe Biden; el presidente del Consejo de la Unión Europea, Herman Van Rompuy, y el ministro de Exteriores de Francia, Laurent Fabius, entre otros dirigentes.
En el marco de su primer viaje al exterior, Poroshenko participará mañana en Francia en el 70 aniversario del desembarco aliado en las costas de Normandia.
Poroshenko, que se reunió esta semana con el presidente de EEUU, Barack Obama, aprovechará para entrevistarse con la canciller alemana, Angela Merkel, pero no está previsto ningún encuentro con el jefe del Kremlin, Vladímir Putin.
Al respecto, Putin aseguró a la prensa francesa que no evitará un posible contacto con el nuevo líder ucraniano, al que recomendó que suspenda la operación de castigo contra los rebeldes prorrusos antes de mancharse las manos de sangre.
Por su parte, Poroshenko aseguró que tras la investidura anunciará un plan de arreglo pacífico del conflicto respaldado por Occidente y que contemplará medidas como una amnistía general y una descentralización administrativa.
Esas medidas son consideradas insuficientes por Moscú, que exige un diálogo directo con el este.