Ucrania y los separatistas prorrusos de las regiones de Donetsk y Lugansk se dieron hoy otras 72 horas de tregua para tratar de superar el abismo que separa sus posturas y evitar más muertes en un conflicto armado que ya ha costado cientos de vidas en el sureste del país.

El presidente de Ucrania "Petró Poroshenko prorrogó el alto el fuego hasta el 30 de junio. Nosotros también cesamos el fuego durante ese plazo", dijo a los periodistas Alexandr Borodái, uno de los líderes de más peso de los prorrusos.

La decisión de prorrogar una tregua que expiraba hoy a las 22.00 hora local se tomó "in extremis" en una reunión celebrada en Donetsk entre representantes del Gobierno de Kiev y los rebeldes, con mediación del embajador ruso en Ucrania, Mijaíl Zurábov, y enviados de la OSCE.

La prórroga del alto el fuego debe ser confirmada esta noche por el propio Poroshenko, que, según adelantó una fuente europea a medios internacionales, habría tomado esa decisión incluso antes de la reunión con los separatistas.

Sin embargo, ya tras la filtración de esa información a los medios, el líder ucraniano aseguró en Bruselas que tomará la decisión esta noche, tras consultarlo con el Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania.

Sin que haya trascendido aún la postura de Kiev en las consultas de Donetsk, no parece que las autoridades ucranianas tengan intención de hacer concesiones a los rebeldes más allá de las contempladas en el plan de paz presentado hace una semana por Poroshenko.

El ministro de Interior, Arsén Avákov, prometió hoy una "respuesta dura" a los separatistas si no aceptan las exigencias de Kiev: deponer las armas y abandonar el país si así lo desean.

"Si nuestras condiciones para el plan de paz no son aceptadas, tomaremos una decisión muy importante", dijo hace dos días en Estrasburgo el presidente ucraniano.

El presidente de la Rada Suprema (Parlamento) de Ucrania, Alexandr Turchínov, fue hoy incluso más allá y dejó entrever cuál será esa decisión anunciada por Poroshenko.

"Si las iniciativas pacifistas del jefe de Estado no reciben apoyo, no tendremos más alternativa que decretar la ley marcial y resolver la situación por la fuerza", dijo el predecesor de Poroshenko en la presidencia, aún de forma interina.

En un auténtico diálogo de sordos, los rebeldes no dudan en poner sus propias condiciones para empezar a negociar con Kiev y exigen como mínimo la retirada de ambas regiones de la Guardia Nacional de Ucrania y de los batallones voluntarios no integrados en el Ejercito regular.

Tanto la Guardia Nacional, creada sobre la base de los cuerpos militarizados del Ministerio de Interior, como los batallones de voluntarios, muchos de ellos integrados por activistas ultranacionalistas, han protagonizado los combates más cruentos desde el inicio de las acciones militares hace más de dos meses.

Los separatistas también se niegan a devolver a Kiev el control de los tramos de la frontera con Rusia que están en sus manos, un asunto innegociable para Poroshenko y que incluso la Unión Europea ha exigido hoy tanto a los rebeldes como a Moscú, que en Bruselas es tratada prácticamente como parte beligerante en el conflicto.