La Unión Europea (UE) y la  Asociación Oriental (programa del bloque integrado por seis ex repúblicas soviéticas) iniciaron ayer una cumbre completamente ensombrecida por la situación en Ucrania, donde  masivas protestas exigen la firma de un acuerdo con Bruselas, el cual fue aplazado por el  gobierno, tras la fuerte presión de Rusia.

Los representantes de los 28 luchaban para recuperar el terreno perdido ante Moscú en su pugna por atraer a Kiev, luego de que éste congelara su decisión de firmar el acuerdo de asociación con la UE.

Analistas concordaban que la presidencia lituana de turno de la UE tenía muchas esperanzas puestas en esta cumbre, que debía consumar el acercamiento a la Unión de las seis antiguas repúblicas soviéticas europeas y caucásicas.  No obstante, aparte de la firma de preacuerdos de asociación con georgianos y moldavos, la reunión podría convertirse en un duro revés para la diplomacia europea, que ha sido incapaz de convencer a Kiev de las ventajas de una zona de libre comercio.

Con ese objetivo, la canciller alemana, Angela Merkel, se reunirá hoy con el Presidente ucraniano, Viktor Yanukovic, antes de que finalice el encuentro.

Más de 20 años después del fin de la Unión Soviética, los 15 nuevos estados que surgieron partieron prácticamente desde un abismo económico. Según detalló en un artículo el diario The Guardian, el PIB en algunos de ellos cayó hasta 50 puntos a comienzos de la década de los 90, se produjo un colapso industrial, hiperinflación y la evasión tributaria alcanzó niveles máximos. Tras un análisis que tomó en cuenta cifras del Banco Mundial, de las Naciones Unidas, del Indice de Planeta Feliz, el diario llegó a la conclusión, sin embargo, que a comienzos de la década de 2000, algunas economías eran cinco veces mayores que en 1991. Los altos precios de la energía ayudaron a países exportadores como Rusia, Kazajastán, Turkmenistán y Azerbaiyán, e incluso los "eternos rezagados", como Moldavia y Armenia, a crecer.

En el caso de las repúblicas bálticas (Letonia, Lituania y Estonia), la economía de estas creció cuatro veces desde 1990. Sin embargo, en el nivel demográfico sufrieron pérdidas, ya que la población de las tres se redujo en al menos 10%-por la emigración y la caída de la natalidad- y sólo Estonia ha visto un alza en la esperanza de vida. Además, sus niveles de bienestar y felicidad se encuentran en posiciones bajas de los rankings internacionales.

Los países fronterizos con la UE, como Ucrania y Moldavia, sufrieron una catastrófica contracción del PIB durante los 90, el que se derrumbó a más de la mitad. En el caso de Bielorrusia, gobernada con mano dura desde 1994 por Alexander Lukashenko, sufrió menos problemas financieros. No obstante, estos tres países tienen las cifras económicas más débiles de todas las ex repúblicas soviéticas y sus poblaciones se han reducido en más de 10% y la esperanza de vida cayó. Ucrania experimentó un giro democrático con la "Revolución Naranja" en 2004, aunque se produjo una parálisis y una división social.

Armenia y Georgia, en tanto, vieron un crecimiento incipiente en el comienzo de este siglo, que fue interrumpido por la crisis de 2008. El primero, sin embargo, sufre el peor desempleo de todos.