La vida en Haití es cruda. No hay viviendas con energía eléctrica y solo se usa el carbón para cocinar los alimentos. A esto se suma la ausencia de Estado, la falta de fuerzas policiales que resguarden la seguridad pública y la pobreza extrema. Ese fue el escenario al que debieron enfrentarse las tropas chilenas que formaron parte de la misión de estabilización de Naciones Unidas, que se inició el año 2004.
Este sábadp el buque Sargento Aldea recaló en el sitio ocho del puerto de Valparaíso con los últimos 56 efectivos que se encontraban en las ciudades de Cabo Haitiano y Puerto Príncipe, participando en la Operación de Paz de Naciones Unidas en Haití. La nave cargaba 80 vehículos militares y 15 contenedores -equivalentes a 560 toneladas- con armamento, sistemas de telecomunicaciones, mobiliario médico y el vestuario que utilizó la Armada, Ejército, Fuerza Aérea y Estado Mayor Conjunto en la misión de paz.
Han pasado 13 años desde el primer viaje y para el comandante del batallón Chile, Sebastián López, la operación fue satisfactoria, ya que se trabajó con escuelas y también se brindó apoyo luego del terremoto del año 2010 que destruyó la ciudad.
"Aparte de realizar esas acciones humanitarias, estuvimos trabajando con gente del país, quienes se llevaron una buena experiencia, porque pudieron desarrollarse en otros ámbitos. Hubo cerca de 12 personas que fueron contratadas para labores de aseo, apoyo en cocina (…). Se les ayudó a construir sus casas e incluso se hicieron colectas para que compraran sus muebles", contó.
Por su parte, el capitán de navío Luis Alberto Vargas, jefe del departamento de Operaciones de Paz del Estado Mayor Conjunto, indicó que con el regreso de los efectivos se da por finalizada la participación de Chile en la misión de paz en Haití, en la cual contaron con el apoyo de otras fuerza militares de Honduras, El Salvador y México.
Familiares
Los efectivos, que llegaron pasado el mediodía al puerto de Valparaíso, fueron recibidos por familiares que viajaron desde distintas partes de Chile. María Isabel Fernández llegó desde Purén, en la IX Región, para esperar a su hijo Matías, quien participó durante siete meses en la operación. "Siempre estuvimos en contacto con él y ya estamos acostumbrados a no verlo tanto, porque tiene su otro hermano que también está en la Marina".
Mientras, Pablo Roldán se mostró ansioso por la llegada de su papá. "Pedí tiempo en mi trabajo para poder esperarlo. Es una experiencia que no había vivido. Se echa de menos, con el pasar del tiempo notas que hace falta".
Desde 2004, y en estos trece años, más de 12 mil soldados y efectivos policiales chilenos pasaron por Haití.