Los últimos sobrevivientes de Auschwitz instaron ayer al mundo a no olvidar el horror del Holocausto, 70 años después de la liberación del campo de exterminio por tropas soviéticas casi al final de la Segunda Guerra Mundial, un aniversario que encuentra a Europa una vez más enfrentada por la intolerancia.
En el campo polaco cubierto de nieve, unos 300 sobrevivientes ya ancianos y varios líderes mundiales se reunieron bajo una carpa levantada en las puertas de ladrillo de Auschwitz II-Birkenau, donde las vías de tren que llevaron a más de un millón de judíos europeos a su muerte estaban iluminadas con una luz dorada.
"Setenta años después, la crueldad diaria todavía está grabada en mi mente", dijo el ex prisionero Roman Kent. Esta conmemoración podría ser la última a la que acudan muchos de los sobrevivientes de Auschwitz, ya que los más jóvenes superan los 70 años. En los actos de 2005 participaron unas 1.500 personas.
Entre quienes volvieron a Auschwitz por primera vez estaba Susan Pollack, de 84 años, y quien se mudó a Reino Unido después de la guerra tras perder a su madre en las cámaras de gas. "Si fuera posible, espero que tal vez tenga algo de alivio. Y quiero llorar, porque en aquel entonces llorar en el campo significaba debilidad y debilidad significaba la muerte", dijo.