Al menos 26 personas, entre ellos diez policías, han muerto en las últimas 24 horas en los violentos disturbios que continúan en Kiev, según los datos actualizados hoy por los Ministerios de Interior y Sanidad de Ucrania, que a su vez, cifran sus heridos en 349 agentes hospitalizados, 74 de ellos con heridas de bala.
Mientras las cifras de muertos aumentan en el día más sangriento de Ucrania en dos décadas de independencia, los heridos buscan refugio bajo la torre de la campana de una iglesia de Kiev, en el Monasterio de San Miguel de las Cúpulas Doradas, a donde se abrieron las puertas para acoger a los manifestantes heridos e incluso ya se habrían llevado varios cadáveres.
El monasterio se ubica próximo a la plaza de la Independencia, corazón de las multitudinarias protestas populares que empezaron hace tres meses contra el presidente ucraniano, Víktor Yanukóvich, tras su negativa a firmar el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea.
Los heridos, ensangrentados y vendados se extienden bajo los símbolos y las velas en el suelo del lugar. El agotamiento del combate y los cascos verdes de algunos recuerdan a los primitivos hospitales de campaña de guerras lejanas.
Los voluntarios organizaban los suministros médicos - yodo, gasas y vendas - traídas en bolsas y cajas por residentes de la capital. Los médicos colocaban a los heridos en camas en un lado del edificio lateral del complejo del monasterio, mientras la gente entraba apresurada agarrando botellas de agua, pan, jamón y queso.
Era una escena silenciosa determinación y orden, un corto y duro camino desde el humo negro y la violencia de la Plaza de la Independencia, el crisol de una batalla geopolítica entre Rusia y Occidente.
"Nuestros hombres están en las barricadas, nosotros sólo queremos ayudar", dijo una voluntaria que dio sólo su nombre de pila, Yulia, y dijo que era abogada.
"No puedo trabajar en este país; todo son sobornos, hay sobornos por todos lados y ya he tenido suficiente", dijo.
En tres meses de protestas desde que el presidente Viktor Yanukovich rechazase un acuerdo con la Unión Europea, la iglesia de San Miguel se ha convertido en un refugio protector.
El papel del monasterio refleja la fuerte división de este país de 46 millones de personas, divididas por el idioma, la geografía y la historia.