Santiago. Martes 6 de agosto. José Luis Rodríguez, el "Puma" del ciclismo chileno, pedalea raudo camino al Centro de Alto Rendimiento, en Ñuñoa, a realizarse los exámenes que ratificarán que todo está bien para el próximo Mundial de ruta en Florencia, a fines de septiembre.
Todo es normal. Los autos pasan por su lado sin saber que el joven de 19 años que va sobre la bicicleta ha representado al país de buena forma en el extranjero, ganando incluso la medalla de oro en el último Panamericano específico, disputado en mayo pasado en Zacatecas, México, lo que le ha valido ser considerado el futuro del ciclismo nacional.
De pronto, un bocinazo. Luego, oscuridad.
Rodríguez fue atropellado por un bus del Transantiago. De inmediato, fue trasladado hasta la Clínica Las Condes, donde le diagnosticaron diversas lesiones.
"Me quebré la escápula izquierda y el pulmón izquierdo tiene un golpe muy fuerte que, a medida que pasen los días, sanará sin ningún problema. El golpe fue fuerte", asegura el ciclista.
El accidente, sin duda, evoca duros recuerdos para "Pipo" que, en enero de este año, estuvo involucrado en un atropello masivo ocurrido en Coyhaique.
El 30 de enero, en el túnel El Farellón en Puerto Aysén, un conductor ebrio atropelló a Rodríguez y a varios de sus 12 compañeros. Ese día falleció Johnatan Lendway, de 17 años, y otros terminaron con fracturas y un recuerdo difícil de borrar.
En esa ocasión, Rodríguez sólo sufrió contusiones y fue el menos afectado gracias a su buena reacción ante la arremetida del auto. Sin embargo, la vida le tenía un nuevo desafío.
"Sin duda lo que pasó es fuerte, sobre todo pensando en lo de Coyhaique, pero ya estoy bien, mirando hacia delante", dice el ciclista del equipo Clos de Pirque, que fue dado de alta el miércoles en la tarde y cuya vida ha estado marcada por una lucha constante contra el destino.
Criado en una numerosa familia, Rodríguez, el séptimo de ocho hermanos, recuerda cuando, muy chico, recogía leña bajo la nieve del extremo sur. Recuerda también la casa sin piso y sin baño, y el frío que hacía dentro de ella. "Por eso corre, porque ya perdió todo y tiene todo por ganar", comentaba hace un tiempo Arturo Corvalán, su entrenador.
A los 12 años, "Pumita" ya sabía que el futuro no sería fácil. El golpe más duro: su madre, María Teresa Aguilar, murió de un cáncer al hígado. De ahí en más todo sería cuesta arriba y sobre la bicicleta encontró la forma de salir adelante.
Hoy, como tantas veces, se muestra optimista. "Ya pasó, estoy bien", repite pese a las dolencias. "Sólo espero la autorización del médico para subirme a una bicicleta estática y pedalear. Estoy contento, porque, además, mi amigo (Cristian) Cornejo terminó tercero en el Mundial de pista en Escocia".
En la mente del "Puma" no hay espacio para mirar hacia atrás. "Estoy bien", reitera. "Me recuperaré, eso es seguro, e iré con todo al Mundial de Italia. Sólo pienso en la medalla de oro".