"Estoy pensando en el mar. Diálogo. El diálogo es indispensable". En julio de 2015, el Papa Francisco se salió de su propio libreto en la Catedral de La Paz, junto al Presidente Evo Morales, para referirse a la mediterraneidad de ese país e, indirectamente, al juicio en La Haya con que Bolivia pretende obligar a Chile a negociar una salida al mar. El gesto del Sumo Pontífice cayó, entonces, como un mazazo sobre la diplomacia chilena, pues no estaba en los cálculos de nadie en Cancillería. Aunque la reacción chilena fue mesurada, en círculos diplomáticos el gesto no fue bien recibido, pues suponía un gesto en favor de la pretensión paceña, pese a que tanto Bolivia como el Vaticano habían informado previamente que la visita del Papa tenía un carácter "netamente pastoral".
Aunque transversalmente, desde el gobierno, el oficialismo y la oposición celebraron el lunes la confirmación del viaje apostólico para los días 15 al 18 de enero de 2018, de inmediato se inició un debate sobre las implicancias políticas e históricas que podría significar la visita de la máxima autoridad de la Iglesia Católica.
De hecho, la invitación de nuestro país estaba extendida desde fines de 2014, cuando se confirmó que Francisco visitaría, precisamente, Bolivia, justo en momentos en que la relación entre ambos países se agudizaba tras la presentación de una demanda en La Haya. Desde entonces, el gobierno tuvo muy pocas señales concretas respecto de una eventual visita e incluso en círculos diplomáticos se había perdido la esperanza de que un viaje del Papa se concretara antes del término del mandato de Bachelet. En septiembre del año pasado, Cancillería contraatacó: el flamante embajador en El Vaticano, Mariano Fernández, reiteró la invitación de la mandataria al presentar sus cartas credenciales al Sumo Pontífice. Hace unos meses, se recibió la señal pública de que la visita se concretaría durante 2018. Tras la confirmación el lunes de la fecha, todos los análisis apuntaron a que Francisco arribará al país justo cuando Bachelet esté preparando su salida y en presencia del próximo presidente electo del país.
Con todo, fuentes de Cancillería señalan que, más allá de estas consideraciones, la determinación de la fecha del viaje significa un gesto político hacia la Presidenta Bachelet, lo que ha sido considerado un verdadero logro en las gestiones diplomáticas.
Así lo ratificó el lunes, el canciller Heraldo Muñoz, al informar los detalles de la visita: "Evidentemente es histórica para nuestro país y constituye un gesto que hace el Papa durante el mandato de la Presidenta Bachelet".
Otros creen que la presencia del presidente electo podría contribuir más bien a circunscribir el evento al ámbito del protocolo, aunque, dependiendo de quién sea el próximo mandatario, la agenda podría politizarse. Aunque en Cancillería reconocen que no hay preocupación por los temas que podrían marcar la visita del Papa Francisco, en el mundo político existen aprensiones respecto al tema de Bolivia y, en la Nueva Mayoría y el gobierno, reconocen que podría haber diferencias con el Sumo Pontífice si este profundiza en los temas valóricos e incluso dependiendo de cómo aborde el conflicto en La Araucanía, región que escogió para visitar. Esto, considerando que el gobierno ha impulsado una fuerte agenda en las materias de identidad de género, el aborto en tres causales e incluso próximamente el matrimonio igualitario.
"Cuando el Papa esté en Chile las expresiones que realice en materia económica y social van a ser más coincidentes con las opiniones que tiene la centroizquierda, y el tema valórico-cultural va a ser más cercano a las posturas de la centroderecha", dice el analista político Max Colodro, quien agrega que "el Vaticano manejó muy bien el tema del momento y de las fechas, es indudable que tiene que haber un análisis político muy minucioso para tratar de que la visita del Papa no sea un elemento de división de la sociedad chilena", dice.
Pese a ello, parlamentarios de oficialismo y oposición advirtieron ayer que Cancillería debiera anticiparse a un escenario incierto, sobre todo, considerando el episodio en su visita a La Paz.
"Como católico espero que esta visita se circunscriba en el ámbito pastoral. Lo que no quisiera es que el Presidente Evo Morales aproveche la oportunidad, como lo ha hecho anteriormente, para sacar dividendos políticos", dijo el diputado PPD, Jorge Tarud.
"Esperaríamos que no se refiera a temas que están siendo zanjados en La Haya. Confío en los buenos oficios del canciller Muñoz y sobre todo de nuestro embajador Fernández", añadió el DC Gabriel Silber. "Esperamos no sean parte de la agenda aquellas materias que están en disputas en tribunales internacionales", planteó, por su parte, el senador RN Francisco Chahuán. "Sería imprudente de su parte. Siempre podrá hacer un llamado a la integración, y ojalá que lo hiciera", dice el senador UDI, Hernán Larraín, quien cree que el Papa no debería tocar la demanda marítima. "Pienso, más bien, que el Papa quiere influir en temas más de fondo: migración, justicia y desigualdad, de valores, vida y aborto, de las minorías étnicas o la situación de La Araucanía, temas que dicen relación con problemas reales de Chile", dijo.
En Cancillería admiten que, si bien hay diferencias en esas materias, también hay coincidencias: lucha contra la desigualdad, pobreza, derechos sociales, terminar con las discriminaciones y la protección del medio ambiente, entre otras, son las que buscará relevar la Presidenta Bachelet.