Si se cierran los ojos, a media mañana en medio del Autódromo Internacional de Codegua (AIC), es fácil confundirse y pensar que se está en la fecha del MotoGP de Argentina, en abril recién pasado. El ruido de los motores es el mismo. El calor, parecido. El relator, igualmente incansable por los parlantes. Y el olor a combustible, algo menor, pero reminiscente.

El recinto en la Sexta Región recibía ayer la primera fecha del Nacional de Motociclismo de Velocidad desde que se le confirmó como sede del Superbike en 2015 y MotoGP una temporada después. La visita es inevitable.

Levantarse al alba, también. Las actividades empiezan temprano. Debe ser así; a las tres de la tarde todo ruido en Codegua debe acabarse, como parte del acuerdo con los vecinos del recinto.

El oásis

El circuito aparece imponente en medio de las calles semi rurales del pueblo de Codegua. En las inmediaciones todavía se cuentan con una mano los negocios que han aprovechado su cercanía para ampliarse, pero eso ya llegará.

Una vez adentro, la explanada de 80 hectáreas donde se erige el circuito contrasta con el predio vecino, lleno de arbustos y de terreno irregular. Dicen que así de agreste era el paño del circuito antes del proyecto.

Las motos rugen desde temprano, pero los fanáticos llegan de a poco para ver esta quinta fecha del año de la Velocidad. En los boxes, los pilotos se relajan o dan las últimas miradas a sus máquinas. Muchos son niños aún.

En la mañana se hacen los últimos entrenamientos (las clasificaciones fueron el sábado), pero pocos espectadores no son familiares o mecánicos de los mismos pilotos.

Más emoción hay más cerca del mediodía, cuando parten las carreras. El Supermotard abre las acciones. No alcanzan grandes velocidades, pero no es una serie que lo pretenda. A la hora de los Superbikes, incluso los Novicios, la única gradería hasta ahora inaugurada aparece a medio llenar. Es para dos mil personas. No más de mil se ubican ahí. El sol pega fuerte en esa zona, si se quiere considerar.

Otro buen número de seguidores se ubica al frente, en los balcones de los que iba a ser la zona VIP, pero que tras las indicaciones de Dorna, la organizadora del MotoGP, será una enorme sala de prensa. Como sea, para el Súperbike nacional aún es zona libre para tener una sombreada, aunque parcial, vista del circuito.

Mejor se ve desde la torre, uno de los orgullos del AIC. Es único en Chile, tiene seis pisos y unos 20 metros de alto. Ahí el público no puede entrar, lo que se asegura con una reja. En el caso de los pits, la presencia del público tampoco es permitida, pero sin siquiera cintas que detengan el paso, pocos lo respetan. Igual, no hubo incidentes en la zona.

La adrenalina prometida

Son las 13.10 y se corren la series mayores: el 600 y el SBK. En la última serán 22 giros y se escuchan aplausos tras cada nombre que se anuncia por los parlantes. Y no sólo los de sus familiares, como al principio, lo que hace pensar que la gente que llegó al final va por el puro espectáculo.

La jornada tuvo un par de finales emocionantes. Lo fue también la del Superbike, donde Antonio D'Angelo, en una Ducati, le arrebató sobre la línea de meta el segundo lugar a Vicente Leguina, de Honda, que hasta había sido líder por seis giros.

El ganador, otra vez, fue el joven Maxi Scheib, en una Kawasaki, quien también había ganado más temprano en los Sport 600 A y fue segundo en Supermotard. Al final del día declaraba, claro, estar "muy cansado, pero feliz".

Es hora de la premiación y por suerte las botellas de champán, que a alguien se le congelaron, terminaron de licuarse al sol. La gente se va en silencio. Algunos   miran la premiación; otros los aún escasos stands con merchandising.

Publicidad, todavía, no se ve.

La vuelta

Al llegar al estacionamiento la mitad de los vehículos son autos y el resto, motos. Hacer rugir sus motores es obligación al abandonar el recinto.

Igual que en Argentina, porque hay cosas que Chile tiene muy adelantadas para emular el MotoGP. Como eso y las impecables zonas de pits, baños, primeras graderías y estacionamientos, zona de prensa y VIPs. Lo que no está, se construirá o será provisorio en mecano o carpas, como en Río Hondo, con sus ruidos, calor, relatos y olor a combustible.

Con los ojos abiertos ahora, todo es un pequeño MotoGP. Por ahora.