"A ver, dame tu RUT. ¡Mira, es puntaje nacional! ¡Apláudanlo! Felicitaciones, Luis. Toma esta bolsita, hay un regalito adentro. Pasa a ver los stands, ahí te van a explicar sobre las becas y todo lo que quieras saber de las carreras", le dice una estudiante de Ingeniería a Luis Muñoz, al otro día de conocidos los resultados de la PSU, al interior de una feria de postulación en la Universidad de Chile.
El día anterior, en la mañana, a Luis le avisaron que había sido puntaje nacional en la PSU de Matemática. Lejos de lo difícil que muchos estudiantes encontraron la nueva prueba, con cinco preguntas más (lo cual se vio reflejado en que los puntajes nacionales de esa área bajaron de 453 a 133), él dice que desde segundo medio sabía que iba a lograr ese resultado: además, sacó 752 puntos en Lenguaje, 744 en Ciencias y salió con promedio 6,2 del Instituto Nacional.
Luis quiere estudiar, como su padre, Ingeniería en la Chile. Entonces, cuando sabe la noticia de sus puntajes comienza a buscar las opciones de becas en internet. Pero se da cuenta de que al menos en esa universidad no tiene la opción, porque su familia tiene un ingreso per cápita de $ 350.000.
Luego de un rato, suena el teléfono en su casa de Peñalolén. Es de la Universidad Católica, para ofrecerle 50% de descuento en el arancel. Pero Luis, con sus logros en la mano, quiere una beca que no puede conseguir.
Después de la calurosa acogida que Luis recibe en la puerta de la feria de postulación, se va a escuchar con detención a un alumno de Ingeniería Civil en Minas. Y cambia de idea: "Igual yo quiero estudiar en la Adolfo Ibáñez, porque me queda al lado de la casa y creo que tengo beca completa allá", dice.
El estudiante de Ingeniería le explica con detención que no necesariamente va a tener que trabajar fuera de la capital y que "no voy a hablar mal de otras universidades, pero esa aún no tiene egresados". Interesado, Luis sube al segundo piso de la feria, saca un número y espera frente a una pared blanca que dice "becas". A pesar de que en internet ya había confirmado de que no podía postular a ese beneficio en la Universidad de Chile, quiere insistir. La encargada le pide su RUT y le confirma que es puntaje nacional. "Oye, ¿pero a ti te llamaron?", le pregunta la misma joven de pelo teñido burdeo. Luis le dice: "O sea, para avisarme, no para ofrecerme algo". Ella le responde: "Ah, claro, por eso no me apareces. Es que no tienes derecho a beca". La gente que está alrededor y que se da cuenta de la situación mira con extrañeza y pregunta por qué no. El les explica que es del quinto quintil y por eso no puede. Sale caminando de la oficina medio cabizbajo.
"Por eso es que le escribí la carta al Presidente (leer carta acá), porque yo ya sabía que me iba a pasar esto. Me da pena que uno con todos los años de esfuerzo no tenga derecho a un beneficio. O sea, claro, yo soy de un sector medio, pero ¿cuánto cuesta la universidad? ¿La locomoción? ¿El almuerzo? ¿Las fotocopias? No alcanza con $ 350.000 por cabeza", asegura Luis.
Toma un auto y se dirige a la Universidad Adolfo Ibáñez, en lo más alto de Peñalolén. Cuando lo atienden, una mujer le explica un par de cosas sobre la malla curricular. Al terminar lo mira y le pregunta qué es lo que quiere saber. El le responde que lo que más le interesa es saber sobre las becas. Ella lo mira y le aconseja que es importante que elija por la universidad y no por eso en particular, que todas las universidades le darán becas. Luis no responde nada. Luego de eso, la mujer le comenta que si entra ahí tendrá arancel gratuito por los cinco años de la carrera que quiera estudiar. Luis sale de la oficina y conoce cada rincón de la universidad. De repente, para frente a una gran ventana desde donde se ve toda la cuenca de Santiago. Y dice: "¿Sabes? Me decidí. Voy a estudiar en la Universidad de Chile".