Es muy tradicional en Estados Unidos que los partidos de la NFL u otros deportes comiencen con una tailgate party de los hinchas, varias horas antes de un partido. El término se explica de la siguiente manera: un grupo de amigos se junta en el parking lot del estadio, se estacionan en espacios contiguos y generan un espacio entre los maleteros (tailgates) de los autos para poner la parrilla, las cervezas o lo que sea para comer o tomar. Este ejercicio se ha repetido durante la Copa América Centenario, antes de cada juego, aportando color y un activo intercambio cultural que incluye a los seguidores de Chile.
"Nos pusimos de acuerdo con amigos chilenos de Boston, Nueva York, Baltimore, para juntarnos antes del partido con Panamá. Unos trajeron las cervezas, otros ensaladas, carne y todo lo que se ve. Así funciona una tailgate party", dice Pablo González, chileno residente en Baltimore, que estuvo a cargo de organizar a cerca de cien compatriotas en las afueras del Lincoln Financial Field, de Philadelphia. González cuenta que ha participado en muchos tailgates con hinchas de los Baltimore Ravens, el equipo de fútbol americano que juega en esa ciudad. "Las fiestas son con todo. Una vez un amigo llevó un bloque de hielo y por ahí hacía correr el alcohol para que la gente tomara. Ves de todo, se pasa muy bien. Son miles de personas en una gran fiesta", dice respecto a las latas de cerveza y las alitas de pollo, hamburguesas o costillas de vacuno o cerdo que son clásicos en un barbecue estadounidense.
En la Copa América no ha sido distinto: mucho alcohol y comida, pero con tonos latinos. Y cuando juega Chile el escenario es parecido a una fonda dieciochera con empanadas, vino tinto, pipeño y hasta pescado frito. En Foxboro, en la previa al partido con Bolivia, Carlos Mondaca está vendiendo empanadas a seis dólares. Vino con su esposa e hijos. Uno de ellos nació en Norteamérica y ahora se desempeña en el sistema financiero estadounidense. Nada menos que en Wall Street. Es el orgullo de su padre, quien se ríe cuando un amigo le dice que no le mienta a los periodistas. La misma reacción tiene un grupo de bolivianos que está al lado, comiendo un asado y salteñas, las típicas empanadas altiplánicas que se preparan con papas, carne y verduras. Hay buena onda entre ambas barras.
Los estadios en Estados Unidos permiten la venta de alcohol y nadie tiene un problema. Sin embargo, pueden haber hechos muy particulares. En San Diego, California, en el partido amistoso entre México y Chile, volaron cientos de litros de cerveza por encima del público cuando Javier Chicharito Hernández le anotó con la cabeza a Cristopher Toselli. Antes de ese episodio, el tailgate fue multitudinario, colorido, mucho líquido y buena onda entre las barras contrincantes, pero eso no fue suficiente para que no lloviera líquido amarillo. Luego, en Santa Clara, en el duelo de Chile ante Argentina, hubo más bien indiferencia entre las parcialidades, pero nada negativo.
"Teníamos carne, chelas, de todo. Éramos diez y luego llegó un grupo de amigos de Miami y la (barra nacional) Marea Roja. Al final terminamos siendo unos cincuenta. En una se acercó una argentina y nos pidió chorizo. Yo hice el comentario, entre nosotros, que fuera a pedirle a sus compatriotas mejor. No sé si me escuchó", dice entre risas Ana García, chilena de Valparaíso radicada en Tampa, Florida. "Fue una linda experiencia, estuve con los jugadores en el hotel y eso es lo máximo para uno que es fanática de la selección", agrega. El sentimiento de García es compartido por la totalidad de los hinchas de Chile que viven en Estados Unidos o Canadá y que están siguiendo al equipo.
La Copa América se abre espacio en el panorama deportivo estadounidense, pese a que el béisbol sigue su temporada y la NBA está nada menos que definiendo a su campeón. La selección de las "Barras las estrellas" avanzó a cuartos de final y comienza a ganar la atención de una mayor cantidad de público. Junto con eso, miles de seguidores del resto de los equipos participantes también se abre espacio en la tradición de los tailgates (tan estadounidense como un hot dog), echando humo con parrillas y otras hierbas. Entre ellos están los seguidores de la Roja, que nuevamente compartieron estacionamiento con sus hermanos mexicanos este sábado, rodeando el gigante Leví's Stadium de Santa Clara.