Séptima entrada, bases llenas, el partido de la tarde del jueves entre Detroit Tigers y Chicago White Sox en el béisbol de la MLB estaba en su mejor momento.
Desde la parte alta del Comerica Park, el estadio de los Tigres, Dave Dombrowski, el director general del equipo local baja rápidamente las escaleras para hablar con el entrenador, Brad Ausmus.
Tras la corta charla, desde la cueva le dan una indicación al jardinero central Austin Jackson, quien estaba haciendo un buen partido. Por eso extrañó que lo cambiaran.
A Jackson lo habían sacado del partido, porque en medio del juego había sido vendido a Seattle Mariners. Julio era el plazo fatal para que se cerraran los traspasos entre equipos de la MLB y no había tiempo que perder, pero tampoco su entrenador quiso desaprovechar lo que el jardinero central podía aportar.
Dieciocho equipos comenzaban esa jornada separados por apenas cinco triunfos en las posiciones para disputar boletos de playoffs. Ello derivó en una fiebre por canjear jugadores antes de las 4 de la tarde, cuando vencía el plazo para realizar estos cambios.
Sus compañeros lo saludaron y se despidieron de él con abrazos y lágrimas en la misma banca. El público, que sabía de todo el asunto, también lo ovacionó en su camino desde el jardín central hasta la salida. Estaban tranquilos, pues sabían que a cambio de Jackson, en una triangulación, llegaría desde Tampa Bay Rays el estelar lanzador zurdo David Price, ganador del Cy Young (Mejor Lanzador).
"Cuando vi que me iban a reemplazar sabía lo que iba a pasar. Fue un momento triste, al saber que era la última vez que abandonaba este campo. Fue una experiencia bonita la de jugar con estos compañeros", relató luego Jackson.
Otro jugador de Detroit, Drew Smyly, también fue vendido ese día y también jugó, pero no tuvo que ser retirado tan abruptamente como Jackson.
Ambos dejaron el diamante, el estadio y, más tarde, la ciudad.
Tigers, líder de la División Central de la Liga Americana, finalmente perdió el partido por 7-4, su sexta caída en los últimos siete duelos.
La de Jackson y Smyly no fue la única transferencia que sorprendió en el cierre del libro de pases. El venezolano Asdrúbal Cabrera llegó el miércoles a defender a su equipo, Cleveland, pero debió quedarse en los vestuarios, pues había sido vendido a Washington.
El único Cabrera que salió al campo fue su hijo, de siete años, quien lanzó algunas pelotas a la red, para no aburrirse. "Esto me sorprendió un poco, pero no hay nada que pueda hacer. Sabía que esto era posible", declaró Cabrera, sentado solo frente a las duchas de su ex camarín.